Hoy,
mi pequeño cumple exactamente tres semanas entre nosotros. Y ya nos
ha cambiado la vida de forma inimaginable hace unos meses. Nunca
había entendido la obsesión de los padres de contar las semanas y
los días de vida de sus hijos durante los primeros años. Me parecía
demasiado, no entendía por qué no contaban los meses o algo así.
Ahora lo entiendo, durante los primero días de tu hijo ves cómo el
mundo se va abriendo paso a sus sentidos y a su pequeña mente.
Puedes observar literalmente cómo todo cobra forma ante sus ojos,
cómo empieza a interactuar con su entorno y cómo empieza a
comunicarse con nosotros.
Ya
hemos visto cómo Alejandro coge su chupete y juega con él, es su
primera Play Station literalmente – aunque para cuando tenga edad
de usar una consola tal vez ya haya algunas más avanzadas. Está
flipadísimo con el chupete y como no se lo entregues cuando lo
quiere la monta. Además, se cubre con su manta él solito con solo
un par de semanas de vida. Resulta impresionable ver cómo hace las
primeras cosas naturalmente, cómo aprende y muestra progresivamente
más interés en todo. Incluso da pasitos si le coges de los sobacos
y apoyas sus pies ligeramente en una manta.
El
pequeño crece a un ritmo rápido; tanto así que empiezo a entender
eso que siempre dicen los padres de que “crecen tan rápido”.
Entiendo esta frase de uso común mejor que nunca, a pesar de que
antes me parecía una mera exageración de los hechos. Pasan muchas
cosas simultáneamente y lo único que me da miedo es no estar
presente siempre que deba estarlo. En este sentido, he tomado una
decisión realmente importante para pasar más tiempo con él, he
dejado de dar clases presenciales y estoy trabajando online
exclusivamente.
Cabe
mencionar que en esta decisión no solo ha influido mi niño sino que
una lesión en la espalda ha tenido mucho que ver. Además, estaba
muy estresado últimamente, mi trabajo a tiempo parcial como profesor
particular me quitaba mucho tiempo y aunque era dinero rápido de
conseguir – por lo del pago día a día – ya no podía mantener
ese ritmo. Había descuidado mi trabajo desde casa y ahora que debo
cuidar de mi pequeño el vaso ha rebalsado por todas partes.
En
solo unos días desde esta decisión crucial, estoy mucho más
relajado que antes y soy optimista de cara al futuro, espero que
Alejandrito nos siga dando cada vez más alegrías.
César P.
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