Volvimos a entrar a la sala. Le entregaron el informe final,
no había pérdidas de líquido amniótico. Bueno, al menos algo de lo que no
preocuparse aunque el líquido estaba bajo. Algo es algo, en ese momento me
aferraba a lo que sea.
Cuando salimos, un conocido apareció: el risitas. Estaba de
pie en frente de la puerta de urgencias. Nos saludó. Le comentamos que tenía el
líquido bajo, el tío hizo la mueca de “meh” y siguió a lo suyo. No sé si me lo
pareció o si dio a entender que eso no era para tanto.
En realidad, las probabilidades de que haya un desenlace
fatal son bajas y después de una revisión se valora si la gestante debe estar
ingresada, nos habían dejado ir con un aviso. Hacía un frío de muerte y el
viento cortaba. Caminamos hacia el coche como si nos hubiesen dado una paliza a
los dos. El reloj marcaba casi las 2 am. Llegamos a ese hospital a las 7:30 pm.
Vaya urgencias.
Quedaba mucha gente por atender cuando nos fuimos, creo que se
puede decir que tuvimos suerte y que nos atendieron “rápido” según los baremos
de ese sitio. Poco antes de salir de la sala, una embarazada llegó con la bolsa
rota, salía líquido y estaba empapada. La tuvieron no menos de 10 minutos
sentada esperando antes de hacerle pasar a atención. Y pasó porque hicimos
bulla algunos para que se diesen por aludidos.
Una vergüenza.
Resulta impresentable que atiendan de esta forma a la gente.
A los contribuyentes autónomos nos sablean bien los de Seguridad Social. No hay
derecho a una atención tan jodidamente mala. Los recortes en sanidad son un
puto asco y tanta corruptela no deja dinero para que haya un servicio de
calidad. Por si esto no fuese ya suficiente, el sistema de funcionarios lo
empeora todo. Si dejas que a los profesionales les dé exactamente igual
atenderte bien que mal, pues hacen lo que quieren. Habría que atarlos en corto
a todos porque trabajan para los ciudadanos.
Más que juramento hipocrático tiene pinta de hipócrita.
Después de salir de allí, fuimos lentamente hacia una farmacia cercana.
Recuerdo que discutimos por a cuál ir. Qué diablos, estaba encabronado por
tanta mierda. No sabía si mi hijo estaría bien y también había que luchar con
una infección de orina recurrente, son muy oportunas las bacterias y sus
invasiones, ¿sabéis? Aquella noche fue como una taladradora en nuestros
cerebros y los días siguientes también.
Por suerte, en el Severo Ochoa supimos que no era
preocupante el nivel de líquido al día siguiente y tuvimos un respiro. Pero
hubo otra visita a La Paz dos días después de este incidente en urgencias y
también es digna de contar. A finales de este mes, iremos de nuevo a ese
hospital tan eficiente. Estoy esperando con ansias esta tercera visita, lo
tengo marcado con círculos rojos concéntricos en mi calendario. ¡No puedo
esperar!
César P.
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