No entendía nada. Ya había desenredado la cadena de sucesos desafortunados
que nos había llevado hasta ese momento de la noche. Lo entendía, incluso la incompetencia
de quienes nos atendían. ¿Qué se me había escapado? Había nueva información que
yo desconocía:
-
Me ha dicho que tengo el líquido (amniótico)
demasiado bajo.
-
¿Có-mo bajo?
-
¡Muy bajo! ¡Demasiado bajo!
No tenía palabras de pronto. Todo mi entramado lógico cayó
por un agujero negro. Tamara estuvo sollozando a mares unos minutos, incluso
temí que se sofocase. Estaba roja como un tomate y no en el buen sentido, si es
que lo hay. Algunas madres intentaron ayudarle con palabras, agua y algún
pañuelo. Nada surtió efecto hasta que con unos minutos se calmó un poco y
pudimos retomar la conversación en medio de una salita ahora repleta de gente,
faltaban asientos para todos, había un carrito, madres, niños, padres con
mirada perdida.
-
Y, ¿ahora qué?
-
Ahora, me van a hacer otra prueba y eso para ver
si tengo pérdidas. Tengo que estar de pie y caminar.
-
Vale. – Cuando el susto entra en el cuerpo, la
lógica perece. Lo admito, tuve miedo ante una situación incierta. Llevaba casi
9 meses pensando que mi bebé estaba feliz en su mundo particular y de pronto…
esto.
-
Vamos fuera, por favor.
Salimos, Tamara necesitaba aire así que fuimos a la calle.
Había encontrado algo que picar y un zumo en las máquinas expendedoras. El café
no estaba mal, un pequeño consuelo entre tanta adversidad. De pronto, la noche
me parecía más voraz: un agujero negro a mi alrededor. Cuando salimos, un mini
estaba aparcado con las luces de emergencia en la entrada. Un hombre volvía con
cara de angustia para llevarse el coche, su mujer ya estaba dentro de
urgencias. No es un lugar agradable para casi nadie, las cosas no salen como
uno espera a menudo.
-
Tal vez no sea tan grave. – Mentí, había leído
sobre las consecuencias del oligohidramnios (la escasez del líquido amniótico) y
no parecía precisamente un panorama prometedor. En ese momento, odie
profundamente haber sido capaz de devorar media docena de artículos en 5
minutos. Prefería la ignorancia. ¿Tal vez habría sentido más miedo sin saberlo?
El conocimiento no siempre da la seguridad aunque conozcas las probabilidades.
César P.
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