Hace más de un
año que no me planteaba hacer algún examen de universidad. Estoy en
otro año sabático antes de empezar mi máster, aún no he decidido
cuál. Por lo tanto, a menudo me encuentro en una situación cómoda
frente a los cálculos que me toca realizar, incluso uso herramientas
en vez de hacerlo todo de cabeza o a mano como antaño. Pero el
dominio de las ciencias no es cómodo siempre, a veces hay que hacer
las cuentas en un plazo de tiempo. Los exámenes son estresantes
porque tienes el tiempo en “tu contra”. ¿Acaso es que lo tenemos
a favor alguna vez? ¿No es la vida – por definición – una
existencia contrarreloj?
El asunto es que
al saber cuánto tiempo tienes para entregar tu ejercicio, sufres. De
la misma forma, sufrirías sin límite si supieses cuánto te queda
en este mundo. Por suerte, pocos lo saben ya que suele ser muy
difícil estimarlo. La vida es agradable porque desconocemos el
futuro, sería una tortura si llevásemos el destino tatuado en una
mano. Pero, los exámenes... a veces parece que te sientas en el
pupitre y el profesor ya sabe tu nota, te lanza esa mirada silenciosa
a modo de sentencia inaudible. Y lo sabes, vas a sufrir cada segundo
hasta que salgas del aula.
Ahora que es época
de exámenes veo el estrés rezumando de las cervicales de mis
alumnos. Están agobiados y no dan abasto; y eso que la mayoría son
de bachillerato. ¡Pobres inocentes que no saben aún lo que les
depara en la uni! Ya sabrán lo que es bueno, ya. Pero hasta entonces
pueden seguir maldiciendo su destino de bachillerato. Quien ha vivido
un examen de termodinámica sí que sabe lo que es bueno. Hay
ecuaciones a decenas, hay casos particulares a docenas y hay cálculos
interminables que aumentan la entropía de tu cerebro tanto que la
producción de calor amenaza con arruinar tus neuronas.
En el fondo les
entiendo cuando me dicen que no ven manera de sacar la asignatura.
Alguien tiene que encargarse de echar esas cuentas, así es la vida.
El primer principio de la termodinámica indica el balance de energía
que sucede dentro de nosotros. El segundo, en cambio, expresa cómo
se comporta la entropía, esa magnitud misteriosa que parece tener
mucho que ver con todo; desde como envejecemos hasta como vemos el
paso del tiempo. Lo quieras o no, la termodinámica está en todas
partes.
César P.
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