He estado una semana hecho un trapo, sentía que era una
piñata andante o algo así. El pasado jueves me tuve que quedar en casa porque
no podía más con mi cuerpo. Me dolía todo y me costaba hasta estar en vigilia.
Después de una siesta de cuatro horas, me levanté como un bichillo que sale de
su hibernación y es libre… bueno, me levanté algo mejor. Desde entonces, estoy
de nuevo con la energía a tope. Había estado una semana entera con problemas
para descansar correctamente. A pesar de dormir mis horas, no conseguía estar
despierto del todo cuando me ponía en marcha.
¿Cuáles eran los síntomas? ¡Eso es lo mejor de todo! Tenía
flema, muy, muy poca. Tenía tos esporádica de esa que se presenta una vez al
día si tal. Aparte de eso, cansancio y dolor generalizado. ¡Me dolía hasta el
alma! Ha sido uno de los catarros más extraños de toda mi vida, casi
asintomático, casi inadvertido pero omnipresente. Ahora que lo pienso, no sé
cómo tardé tanto en darme cuenta de que estaba malo. Ahora me parece evidente
pero en mi trajín diario no he parado ni a pensar que tal vez necesitaba un
descanso para recuperarme.
El maldito catarro fantasma me dejo varado como una ballena perdida
en mi cama – no tanto por la gordura pero sí por la pose. Ese jueves negro al
final acabó mejor de lo que esperaba, ya que la siesta me benefició en gran
medida. Después de tantos días sin recuperar las fuerzas bien, necesitaba
guardar cama malísimamente. Así que, ya sabes, amig@ lector@, si tú también
sufres en silencio, cuídate del catarro fantasma. Siempre aparece cuando andas
más ajetreado y te fastidia todos los planes.
Pero bueno, se pasa durmiendo un poco, no tiene más. Eso sí,
como encima duermas mal – que es lo que me pasó a mí repetitivamente – más vale
que te eches la siesta o algo. No hay nada peor que salir al frío cuando tienes
un malestar para parar un tren. Tela. Esta es la temporada de catarros ya que
veo que el que menos ha pescado alguno, nadie se quiere quedar sin el suyo
propio para guardar camita como debe ser. Resulta divertido pensar en lo que cuesta
salir de la cama en un día frío, pues con un catarro ya ni te cuento, en ningún
lugar mejor que debajo de tu manta.
César P.
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