El segundo día, estimé que necesitaba menos tiempo para
llegar hasta el punto de entrega del documento que no debía completar al 100%
así que intenté una aproximación distinta al problema en cuestión. Lo que hice
fue cenar pronto, dormir una hora u hora y media. Eso sí, aventurando que me
iba a quedar dormidísimo le dije a mi novia la hora a la que planeaba despertar
para ponerme en el ordenador a echar humo tecleando. Ella tuvo la consideración
de dejarme dormir una media hora larga más y me sentó de lujo.
El despertador falló estrepitosamente en su cometido, lo
apagué o pasé de él. Para mi sorpresa, me levanté con la cabeza en su sitio y
en unos minutos pude estar tecleando a máxima velocidad. Fue una pasada y me
cundió muchísimo. Mi cerebro descansó en solo 90 minutos. ¡Eso es selección
natural o algo! Sin esa siesta, intentar trabajar habría sido un esfuerzo
inútil a todas luces.
Estuve escribiendo unas tres horas hasta que empecé a notar
el cansancio. Como ya había llegado al punto en el que quería dejar este
documento para revisión, preparé unas pocas cosas, hice algunas correcciones
rápidas en otros proyectos y me fui a dormir mis cuatro horas de seguido. Me
levanté, otra vez contra pronóstico, muy descansado.
Se nota que mi cuerpo se aplicó al máximo en el descanso ya
que sabía lo que le esperaba. La jornada de ayer transcurrió sin novedad salvo
un maldito autobús que me dejó tirado una hora pero ya había estimado esta
pérdida de tiempo en el peor de los casos así que no llegué tarde a mi último
destino antes de volver a casa. Nunca te fíes del transporte público de las
narices y menos la primera vez que vas a un sitio adonde solo lleva un autobús.
Doce horas fuera sin novedad salvo la comprobación por enésima vez de que el
sistema de transportes público deja mucho que desear en algunos lugares; pues
eso, efectivamente sin novedad.
Después de la tormenta, llegó la calma. Anoche me lo tomé
con calma. Me eché otra siesta de una hora - involuntariamente- al volver
pensando en trabajar un rato antes de el descanso más largo. Cosa de una hora o
algo así. Me idea era echarme para hacer la digestión pero el cansancio pudo
conmigo. Fue gracioso porque cuando desperté no sabía qué diablos había pasado.
En el siguiente artículo, analizaré lo que he aprendido con todo esto.
César P.
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