Hace unos días, leí una
noticia que me impactó aunque resultó ser falsa: el Gobierno del Perú iba a
prohibir el reggaetón. Vale que no sea un tipo de música precisamente
educativo. Vale que sea una aberración para los amantes de la música. Vale que…
en fin, ya me entendéis. Las letras machistas por un lado, el perreo por otro,
etc. Todo lo relacionado con la cultura del reggaetón es sexista. Hay motivos
por los cuales esta música no debería estar en todas partes pero de ahí a
prohibirla, hay un largo trecho ya que prohibir algo es un arma de doble filo.
En realidad, no creo
siquiera que esto sea posible, hablamos de algo meramente hipotético. ¿O es que
algún gobierno se iba a molestar en mandar policías a escuchar la música de
cada reunión o fiesta? Se han dado casos en España de agentes infiltrados de la
SGAE que iban a bodas con el fin de plantar algunas multas a discreción con la
excusa de los sacrosantos derechos de autor. ¿Algo así se podría hacer para
erradicar un tipo de música en un país? Lo dudo, la gente siempre seguirá
haciendo lo que quiere aunque sea en una minoría. Nunca se acaba con los
rebeldes con o sin causa.
Pero hay mucho más detrás
de una acción así, hablamos de derechos de expresión de los ciudadanos. Y sí,
también tienen derecho a expresar reverendas tonterías como que Daddy Yankee es
un maestro de la música o que Justin Bieber es un cantante. Hm, espera… bueno,
he querido decir lo que he escrito. Se imprime. La libertad de opinión es lo
que tiene, que cada cual puede pensar de su propia guisa. Lo contrario sería
una dictadura para las ideas de las personas.
El problema, desde mi
perspectiva, es la pérdida de valores que se vive hoy en día. La educación está
en constante decadencia y los recortes no ayudan. La única solución a esta
trayectoria cuesta abajo es invertir en una educación de calidad. Pero hay
muchas más importantes en la vida como las armas, las fiestas o quién gana la
próxima Champions. Para qué preocuparte por tonterías como educar a la gente si
lo que se aprende en la calle es suficiente. Con la cultura del para qué
molestarse si alguien más puede hacerlo o, mejor, que no lo haga nadie nos
vamos todos al garete.
César P.
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