Hace unos días,
en Madrid se desató el caos debido a las restricciones de
circulación en el anillo de la M-30. Por si haber reducido la
velocidad a un máximo de 70 km/h no hubiese sido una medida del todo
inútil, al día siguiente se impidió a quienes no vivimos en el
centro de la ciudad aparcar dentro del anillo de la M-30. Y digo yo,
menos mal que mis visitas al centro de la ciudad suelen ser en metro
y no en coche. Sino, la que me esperaba iba a ser buena. No solo los
atascos empeoraron esos días sino que hubo multas por doquier y los
ánimos estuvieron muy caldeados entre los conductores.
Días después, el
asunto se ha tranquilizado mucho. La locura se ha evaporado del aire
y creo que incluso los dichosos niveles de contaminación han bajado
un poco. Pero el problema no se ha ido, ha quedado claro que el
gabinete que tenemos en el consistorio de la ciudad no sabe lo que
hace. Para empezar, el anuncio de las medidas se llevó a cabo tarde
por la noche y entraron en efecto a las 22 h de ese mismo días. O
sea que mucha gente no tuvo oportunidad de saber lo que estaba
pasando. Yo me enteré de rebote pero aún así las restricciones de
velocidad eran evidentes en los paneles luminosos de la M-30. Quien
quisiera ir más rápido, de todas formas, no iba a poder porque
había muchos atascos y retenciones varias.
Aquellos días era
desagradable coger el coche para ir a cualquier sitio. Al día
siguiente se activó la fase 2 y quienes vivimos en el extra-radio de
la ciudad no teníamos permiso para aparcar dentro de Madrid. Esta
medida fue aún peor, ya que la primera ya había hecho mella en la
circulación causando retenciones por todas partes. El impedimento de
aparcar fue la gota que colmó el vaso en una situación tan
estresante, muchas personas no se enteraron y se quedaron tirados en
medio de Madrid. Bueno, eso o se comieron una buena multa por
aparcar. O las dos cosas.
Poco después,
debido a las innumerables quejas, le ayuntamiento cedió afirmando
que no cobraría las multas. O sea que además de indecisos se
achantan ante el enfado de los ciudadanos. Pero quiénes mandan
entonces, ¿ellos o nosotros? Tal vez lo que pase es que quieren caer
bien y no aguantan que la gente les abuchee. Lamentable.
César P.
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