26 de noviembre de 2015

Las medidas de Carmena para paliar la contaminación


Hace unos días, en Madrid se desató el caos debido a las restricciones de circulación en el anillo de la M-30. Por si haber reducido la velocidad a un máximo de 70 km/h no hubiese sido una medida del todo inútil, al día siguiente se impidió a quienes no vivimos en el centro de la ciudad aparcar dentro del anillo de la M-30. Y digo yo, menos mal que mis visitas al centro de la ciudad suelen ser en metro y no en coche. Sino, la que me esperaba iba a ser buena. No solo los atascos empeoraron esos días sino que hubo multas por doquier y los ánimos estuvieron muy caldeados entre los conductores.

Días después, el asunto se ha tranquilizado mucho. La locura se ha evaporado del aire y creo que incluso los dichosos niveles de contaminación han bajado un poco. Pero el problema no se ha ido, ha quedado claro que el gabinete que tenemos en el consistorio de la ciudad no sabe lo que hace. Para empezar, el anuncio de las medidas se llevó a cabo tarde por la noche y entraron en efecto a las 22 h de ese mismo días. O sea que mucha gente no tuvo oportunidad de saber lo que estaba pasando. Yo me enteré de rebote pero aún así las restricciones de velocidad eran evidentes en los paneles luminosos de la M-30. Quien quisiera ir más rápido, de todas formas, no iba a poder porque había muchos atascos y retenciones varias.

Aquellos días era desagradable coger el coche para ir a cualquier sitio. Al día siguiente se activó la fase 2 y quienes vivimos en el extra-radio de la ciudad no teníamos permiso para aparcar dentro de Madrid. Esta medida fue aún peor, ya que la primera ya había hecho mella en la circulación causando retenciones por todas partes. El impedimento de aparcar fue la gota que colmó el vaso en una situación tan estresante, muchas personas no se enteraron y se quedaron tirados en medio de Madrid. Bueno, eso o se comieron una buena multa por aparcar. O las dos cosas.

Poco después, debido a las innumerables quejas, le ayuntamiento cedió afirmando que no cobraría las multas. O sea que además de indecisos se achantan ante el enfado de los ciudadanos. Pero quiénes mandan entonces, ¿ellos o nosotros? Tal vez lo que pase es que quieren caer bien y no aguantan que la gente les abuchee. Lamentable.

César P.

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