12 de octubre de 2015

Haciendo menos horas de las que me gustaría


Tengo un serio problema entre manos y es que apenas estoy trabajando actualmente. A pesar de ello, el día no me cunde. Es porque estoy perdiendo demasiado tiempo haciendo cosas que no valen para nada. Vaya tela. Lo peor de esto es que lo sé desde hace tiempo pero no hago mucho para remediarlo, me sigo acostando tarde y me levanto casi al medio día. Un rollo que se repite ya desde hace un mes largo aproximadamente.

Así las cosas, no puedo aprovechar las horas de las que debería disponer al máximo. Sin embargo, tengo que hacerlo para cumplir con ciertos plazos de entrega. Tengo dos o tres proyectos pendientes en los que no puedo fallar. Sé que los presentaré a tiempo pero me costará porque no he echado horas desde el principio sino que vengo tirando de dejarlo para el último momento. Bueno, no del todo ya que aún me quedan días para estar en la zona crítica pero no ando sobrado. No me puedo descuidar.

Curiosamente, ayer mismo leí un artículo realmente interesante de un sujeto que trabajaba editando contenido para películas como el Señor de los Anillos y demás. Según comentaba este señor, él mismo llegó a echar 100 o 120 horas a la semana. Vivía, comía, dormía y se duchaba en el trabajo, era la única forma de hacer tantas horas. ¡Dormían en el puto trabajo! Es más, según indicaba la compañía les traía masajistas o músicos para ayudarles a mantenerse relajados dentro de lo posible con jornadas laborales tan extremas. Parece una locura que algunas personas tengan que trabajar de esa forma para entregar proyectos a tiempo, según comentaba este señor el asunto se iba de las manos ya que afectaba a su salud considerablemente.

¿Me quejo yo de 20 escasas horas que trabajo a la semana actualmente? Si cuento los desplazamientos, tal vez sean 30 horas o algo por el estilo, no lo sé y me deprime un poco que solo ir a donde tengo que dar las clases me lleve tanto tiempo. Es lo malo de tener que desplazarme hasta mi lugar de trabajo en las clases particulares. Por suerte, para escribir no tengo que ir a ningún lugar, solo sacar el ordenador y empezar a teclear. Si disminuyese el tiempo que pierdo en transporte ganaría mucho en calidad de vida. Pero como no hay mal que por bien no venga, voy a aprovechar ese tiempo en leer libros.

César P.

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