Una de las mayores
ventajas de la sociedad actual es que contamos con una atención médica sin
precedentes en muchos países. Es decir, gran parte de las enfermedades se
pueden evitar durante los primero años de vida y, como consecuencia, se
consigue que el desarrollo de las personas no se vea seriamente afectado por
enfermedades especialmente peliagudas como la polio, el sarampión, etc. Y todo
gracias a unas vacunas que causan molestias en su momento pero muchas ventajas
después.
A pesar de ello, hay
casos y casos, algunos niños se enferman o tienen mucho malestar debido a
ciertas vacunas. Es inevitable que así sea, ya que cada persona es distinta y
las vacunas se hacen para “todos”, no se personalizan por ahora. Hace unos
días, ha llamado la atención que haya un niño con difteria en España, ya que se
considera una enfermedad completamente erradicada. ¿Cómo ha pasado esto? Los
padres se negaron a vacunar al niño y tuvo la mala suerte de acabar enfermando.
El problema no ha sido
baladí, ya que al tratarse de una enfermedad “erradicada”, los médicos ya no
tienen experiencia práctica tratándola. Esto ha complicado un poco más el
asunto de lo que cabría esperar y ha abierto la controversia sobre si los
padres deberían llevar a cabo este tipo de acciones por los motivos que sea.
Algunos alegan que las vacunas no son la única forma de prevenir enfermedades
pero tenemos que admitir que es un recurso que ha probado su eficacia en gran
medida. La efectividad es innegable y se deja ver en los primeros años de vida,
cuando el organismo está generando los anticuerpos que previenen las
enfermedades más dañinas para un adulto.
Pues bien, hay quien cree
que las vacunas son malas y sí, puede que no sean perfectas e incluso puede que
algunas no sean tan efectivas como cabría esperar pero tanto como “malas”, lo
dudo. El inconveniente es que los padres tienen la última palabra en lo que a
vacunar a sus hijos se refiere y si ellos están en contra no hay mucho que
hacer, ¿verdad? Lo más triste del asunto es que el perjudicado siempre será el
menor en cuestión, quien no dispondrá de los anticuerpos que necesita. Siempre
habrá una minoría que mantiene sus propias ideas aunque los demás no veamos
inconveniente al sistema establecido, solo queda concienciar.
César P.
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