No es difícil imaginar
por qué estudiar en estas fechas se vuelve complicado para todos los alumnos
que aún tienen que hacer frente a los últimos exámenes antes de sentir la
liberación de las vacaciones. Están apurando, haciendo el sprint final para
llegar a la meta: vacaciones. Hm, esperad, ¿no debería ser un aprobado? Tal
vez, pero considerando el hastío que rodea las bibliotecas no son pocos los que
piensan más en acabar que en aprobar y, si se aprueba, pues mejor que mejor, ¿no?
Las salas de estudio
están cada vez más vacías, solo quedan los más dedicados, los más fuertes. ¿Tendrá
algo que ver la selección natural en todo esto? Hay quien me ha comentado que
los estudiantes están más irascibles en estas fechas, ya que los exámenes ponen
de los nervios a cualquiera. Algunos pierden los papeles por el estrés
acumulado que suponen estos exámenes globales, recuperaciones o lo que toque a
cada uno. Otros llevan la procesión por dentro pero en cualquier caso el
sufrimiento es evidente.
Estudiar en verano no
mola nada y aunque todavía no estemos oficialmente en esa estación, para lo que
queda ya consideramos que es verano. El tiempo tormentoso de estos días nos ha
dejado claro que aunque llueva el bochorno es permanente. Luego, ¡esto es el
verano! Y no se puede uno concentrar tanto como debería cuando el calor
apremia. Suerte tenemos de contar con bibliotecas climatizadas en las cuales se
puede dejar de lado el calor. Pero nada más poner un pie en la calle volvemos a
la realidad.
Es duro hacer un último
esfuerzo cuando el cansancio acumulado deja pocas fuerzas para seguir tirando
pero ya que hemos llegado tan lejos, mejor terminar lo empezado, ¿no? Ánimo a
todos los que aún tienen que hacer frente a sus demonios en algún que otro
examen, solo una advertencia: no carburéis demasiado antes del examen, no vaya
a ser que el cerebro se os derrita justo cuando debe funcionar a tope.
Todos los que estamos
currando a tope estos días también queremos que lleguen las vacaciones, algunos
estamos más cerca que otros de tomarnos un merecido descanso que esperemos dure
lo suficiente como para recobrar las fuerzas. Pero antes de ello, todavía nos
queda darlo todo algunos días más. El sprint final a menudo es el que más
cuesta pero con los ojos en la meta se hace más llevadero.
César P.
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