Te despiertas solo para
darte cuenta de que el calor ya está en toda la habitación y que te ha ganado
la partida por goleada, te encuentras a ti mismo en medio de un mar de sudor
cálido como si te hubieses licuado por la noche. Y, lo peor es que sabes que no
estás solo, en tu habitación hay una fuerza sobrenatural que te estruja contra
la cama, que te impide levantarte y que oprime tu cerebro desde dentro
impidiéndote pensar. Ese sopor, ¿lo notas? Es el calor del verano descargando
tu energía vital al igual que es capaz de descargar la batería de un coche.
Después, en un alarde de
perseverancia, consigues arrastrar tu cuerpo hasta el salón para tomar el
desayuno. Solo cuando tomas algo frío te das cuenta de que la fuerza vital recorre
tu cuerpo de nuevo. Esa paliza que pareces haber sufrido mientras duermes no es
otra cosa que producto del calor agobiante que se cuela por todos los
resquicios del hogar en estas fechas del año. En las casas menos aisladas,
incluso con todo cerrado se puede sentir el calor de la calle hacia el medio
día y durante gran parte de la jornada.
Es un maldito rollo. El
verano no me mola nada porque ya de por sí transpiro mucho, así que imaginaos
lo bien que lo paso en estas fechas. Eso sí, elimino toxinas like a boss.
Aparte de eso, lo que más me cabrea del verano es que el portátil se me
recalienta y tengo que estar reiniciando o apagando el cacharro. Aunque se me
ha ocurrido una solución interesante: colocar el ventilador detrás del ordena
para que refrigere un poco. Al parecer funciona hasta cierto punto, ya que
conseguí que ayer dejase de apagarse por calor.
Lo ideal es pillarme un
ordenador de mesa y dejar de tener que hacer apaños diversos con éste. Está
claro que los ordenadores y el verano no se llevan bien, lo pasan mucho mejor
en invierno cuando el calor que producen se disipa mucho más fácilmente. Lo
mismo pasa con las personas, ahora en verano hay que tirar de ventiladores y de
aire acondicionado para hacer que algunas de nuestras estancias en el hogar se
vuelvan más agradables. De lo contrario, la sensación de vivir dentro de un
horno es demasiado para el cuerpo.
César P.
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