28 de junio de 2015

Comer saludable es una responsabilidad para con nosotros mismos

Es jodido comer sano en esta sociedad llena de fritangas, bollitos y chucherías diversas. Ahora lo difícil es conseguir comida saludable en restaurantes y cafeterías. Si vas a un sitio cualquiera, lo que hay es tortilla, beicon, huevos fritos, las patatas fritas que no falten, etc. Las grasas y el aceite están a la orden del día allí a donde vamos. Las hamburguesas se han vuelto muy populares, también. Tenemos un repertorio muy amplio de comida rápida, o sea, más fritanga que llena las grandes superficies de los centros comerciales.

Realmente es complicado encontrar algo “sano” que no haga daño a nuestro bolsillo. La regla de comer fuera reza que la fritanguilla es barata mientras que lo saludable tiene que ser caro. Si nos preguntamos por qué es así, es un ejemplo de la ley de oferta y demanda. La mayoría de las personas quiere comer fritanga porque sabe bien, luego se vende mucho y por eso está a menos precio. En cambio, solo unos pocos se preocupan de comer un poco mejor, luego hay menos demanda y por eso está a más precio.

Parece que esa es la realidad en la que estamos sumergidos: la comida rápida es lo que inunda los restaurantes. Casi que lo mejor es comer en casa, te sale más barato y lo haces a tu gusto. Pero claro, ahora en verano dan ganas de terracita y de salir a comer por allí de vez en cuando. Entonces es cuando tenemos un pequeño problema quienes nos preocupamos un poco de no comer cualquier cosa que haya sido freída en aceite negro y que tenga sospechosamente requemados por doquier.


Esto nos limita un poco el campo de acción, teniendo que decidir cautelosamente dónde ir a comer o cenar. Tampoco quiero exagerar, hay muchas opciones pero siempre queda el inconveniente de ir a un sitio nuevo y no estar seguro de que no se pasen con el aceite o el condimento. Cuando voy a comer a un restaurante indio, vale, el condimento tiene que estar allí porque es el estilo de cocina. En cambio, cuando un filete me sabe más a pimienta que le echan que a carne, entonces tenemos un problema. También hay un exceso en lo que concierne a los dulces pero en eso me fío menos de mi opinión, ya que nunca he sido muy dulcero.

César P.

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