Se está
celebrando la Feria de San Isidro en Madrid, no hay más que ver la
cantidad de gente que se acumula alrededor de los puntos clave de
esta fiesta. A media tarde, la gente se abarrota en las afueras de la
Monumental de Las Ventas en los bares y cafeterías cercanos, los
cuales están a rebosar, no cabe ni un alfiler. Las calles aledañas
están colapsadas y cuesta caminar los pocos metros que llevan de la
acera de en frente a la Plaza de Las Ventas bajo la abrasadora luz
del sol que nos viene acompañando estos días.
Todas las personas
que tienen que esperar al siguiente evento piensan al unísono en
tomar algo para aplacar este calor tan intenso. Bajo tierra, sin
embargo, se está mucho mejor. He buscado refugio en el suburbano, en
el cual hay pasillos muy frescos e incluso aire acondicionado para
mejorar la situación. Aunque no lo haya, las paredes no dejan pasar
el calor del exterior, se respira con más facilidad. Por suerte,
cuando he pasado por allí no había mucha gente, estaban todos en
las calles de Ventas celebrando lo que sea que festejen hoy.
El próximo fin de
semana es San Isidro y hay festivo. Este año, ya tengo planeado
volver a ir después de varias ediciones sin presentarme por la
explanada. En algunos aspectos no se diferencia de las ferias de
barrio, tal vez las dimensiones del lugar sea lo más destacado. Casi
puedo sentir el olor a fritanga y cerveza calentorra que inunda el
aire en esos días. Una cosa queda claro, no será por ocasiones para
degustar algo sabroso. Ni será por bebidas frescas al alcance de la
manos por algunos eurillos.
No sé por qué
otros años apenas hacía caso a estas celebraciones pero esta vez me
apetece y mucho. Tal vez sea porque este año me lo he pasado
trabajando más que nunca antes en mi vida y ahora sí siento la
necesidad – y el gusanillo – de celebrar los festivos. Y si me
apetece tomar algo, con este sol es lo que mejor podría hacer. El
cambio de rollo de estudiante a currito ha sido duro, sobre todo por
las horas que he tenido que echarle a diario pero ahora lo llevo
mucho mejor. ¿El truco? Hay que saber cuando descansar y recargar a
tope la batería. San Isidro, aquí vamos.
César P.
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