A menudo hago
conexiones que me sorprenden un poco o, lo más habitual, sorprenden
a los demás. Por eso, llevo años pensando que mi perspectiva
personal no se puede considerar “estándar”. Tengo otra forma de
ver el mundo, es como llevar unas gafas que cambian todo de color o
de forma. También soy un fan de las películas, hace años veía
varias al día y, aunque ahora ya no dispongo de tanto tiempo libre,
me mantengo al día en la cartelera de forma mínima. Hoy se estrena
el remake de una película que marcó época, Mad Max.
Recuerdo que la
primera vez que vi el argumento de esta película me pareció
exageradamente pesimista sobre el posible futuro de la humanidad. Por
si alguien quiere saberlo, lo resumo a continuación pero cuidado con
el spoiler. La trama va de las peleas de la gente que sobrevive a
duras penas en un mundo en el que escasea el petróleo, viven en una
especie de desierto creado por las guerras y las condiciones de vida
son extremas. O esa es la idea, ya que supongo que el remake estará
más orientado a la acción que la película original.
He notado lo que
se podría considerar un nuevo género que se ha asentado muy bien en
la cartelera: el post-apocalíptico. Engloba a todas las películas
en las que por algún motivo el mundo se ha ido al garete (casi
siempre por nuestra culpa) y las personas que quedan tienen que
sacarse las castañas del fuego como puedan. Incluso hay series, como
los 100, que se centran en una Tierra radiactiva después de
incontables guerras nucleares pero en la que, casualmente, la vida se
ha hecho parcialmente resistente a la radiación.
Es casi como si la
idea de cargarnos el mundo estuviese en el aire, como si todos
supiésemos tácitamente que gran parte de lo que hacemos está mal
encaminado. Y es una pena, porque creo que mucha gente disfruta
viendo como se podría ir todo a la ruina sin meditar de dónde sale
la idea de que algo así pueda pasar. Pensémoslo un momento, hace
unas décadas era “impensable” que la humanidad se extinguiese o
que el mundo dejase de ser nuestro acogedor hogar. Ahora, sin
embargo, ya no sorprende ver películas de este género.
Lo más triste es
que cuanto podemos hacer para cambiar el rumbo del barco a la deriva
es mucho más de lo que venimos haciendo. Somos capaces de cosas muy
grandes pero no nos estamos molestando en exprimir todo nuestro
potencial. Tal vez algún día. El problema reside en que ese “algún
día” podría ser demasiado tarde. Hm, pensándolo bien, las
personas casi nunca tomamos medidas preventivas antes de una
tragedia.
César P.
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