En pleno siglo XXI, me resulta difícil de concebir que aún
haya tantos países en los que no se permite el aborto bajo ningún concepto, ni
siquiera en caso de violación y malos tratos. Hoy, he leído una noticia de lo
más increíble sobre una niña de 10 años que va a dar a luz en Paraguay porque
el Gobierno de su país no ampara el aborto. Lo más inverosímil ha sido que la
resolución se escudaba en salvaguardar la salud de la madre y el feto. ¿Acaso
no saben el riesgo que supone dar a luz a tan corta edad?
Lo peor del asunto es que miles de menores de edad dan a luz
en Paraguay cada año como producto de abusos sexuales. La gran mayoría de estos
casos no se denuncian porque la sociedad considera que “no es para tanto”. Las
mujeres viven una situación de inseguridad absoluta en los años de adolescencia
en lo que a su salud física y mental se refiere, ya que tener un hijo no
consentido es un duro golpe para estas jóvenes.
El cambio de chip es necesario en muchos países. En
realidad, es una necesidad a nivel mundial, ya que aún hay demasiadas
sociedades que siguen manteniendo leyes prohibitivas con respecto al aborto. No
es que yo justifique ni defienda el uso desmedido de esta práctica, todo lo
contrario, creo que debe hacerse un uso justificado siempre. Obviamente, la
locura de hace unos años en España tampoco me parece buena idea, cuando se
permitía a menores abortar sin que lo supiesen sus padres.
Ningún extremo es bueno en este caso aunque muchas naciones
optan por la vía más conservadora, con lo que ello implica para tantas jóvenes
que tienen que pagar los abusos cometidos haciéndose cargo de sus hijos. ¿Es
esto justo? ¿No debería haber más opciones para quienes son víctimas de
violaciones? Hay que recordar que las mujeres son las más afectadas con estos
comportamientos violentos en las sociedades que los amparan.
El machismo está detrás de esto pero la inacción es igual de
responsable. No denunciar, mirar para otro lado, pasar del tema, etc., son
comportamientos que protegen a los abusadores. La controversia que gira siempre
en torno al aborto lo convierte en tabú o en un tema para el cual solo hay
posturas radicales y así no se puede dialogar. Sin diálogo, no habrá cambio de
paradigma.
César P.
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