Siempre he tenido
un problema de comprensión con la austeridad que profesa la iglesia
católica a pesar de que sus altos cargos viven rodeados de lujos.
¿No resulta esto un poco contradictorio? Después de todo, Jesús –
según dicen las Escrituras – vivió una vida pobre siendo el hijo
de un carpintero en aquellos tiempo hace nada menos que dos mil años.
Y era el hijo de Dios, además de una de las formas de Dios mismo.
Qué derecho tienen los servidores del dios cristiano, entonces, a
vivir tan cómodamente, es la pregunta que me persigue desde hace
tiempo.
Cuando he
intentado obtener alguna respuesta por parte de un miembro de la
Iglesia Cristiana, he fracasado o me han dado evasivas. Lo habitual
es que se rían, porque pensarán lo mismo que pensamos todos,
supongo: que viven bien porque pueden. A pesar de que las lecciones
de la Biblia nos exhortan a mantener una vida austera y libre de
pecado. Por no mencionar que la avaricia es uno de los siete pecados
mortales. Pues bien, tal y como se presentan las cosas parece ser que
los siervos del Señor tienen más lujos de los que deberían.
¿O es que tienen
derecho a vivir con las comodidades que sabemos que tienen mientras
hay muchas personas que malviven en el mundo? ¿No sería más
coherente con sus enseñanzas dar a los pobres gran parte de
lo que tienen para compensar un poco la balanza? Igual es más fácil
decirlo que hacerlo, nunca mejor dicho. Al fin y al cabo, quién no
quiere vivir como dios, ¿verdad?
Tal vez de ahí venga la conocida frase, de como viven los altos
cargos de la iglesia, ya que – desde luego – no hace alusión a
como vivió Jesús, el Nazareno.
Es posible argüir
que el Papa y los cardenales prestan un servicio espiritual de suma
importancia a muchas personas, tanto como para merecerse la comodidad
que les rodea. Es posible, pero creo que uno cae por su propio peso
intentar defender lo indefendible. En el otro lado del mundo, los
monjes tibetanos llevan una vida austera por definición y sirven de
guías espirituales para miles de millones de personas de Oriente.
Algo falla, desde luego, en el sistema eclesiástico en Occidente. Es
posible que el capitalismo también haya hecho mella en la iglesia...
Según algunas
fuentes, el cardenal Rouco se ha retirado a una vivienda de alrededor
de 400 metros cuadrados, un ático cuya reforma costó más de medio
millón de euros al arzobispado en la cual vivían anteriormente
varios curas pero que ahora es la residencia exclusiva del cardenal.
Desde luego, lo de predicar la pobreza con el ejemplo no va con estos
señores, yo veo demasiada casa para una sola persona y está claro
que no se trata de ninguna situación de fuerza mayor, me parece un
despropósito. Otro lujo que se paga en parte con dinero del
contribuyente.
¿Dónde queda lo
de dar de lo que no se tiene al prójimo por poco que sea? Me parece
que falta humildad en el ámbito religioso, ya que los únicos que
realmente cumplen con la austeridad son los curas que trabajan mucho
y ganan para sobrevivir. Esa sí que es una vida de sacrificio para el
prójimo y lo demás postureo.
César P.
No hay comentarios :
Publicar un comentario