Como estudiante de
física, resulta grato comprobar como la ciencia a la que dedico la
mayor parte de mi tiempo es aplicable a tan diversos ámbitos de la
vida diaria. Recientemente, he podido comprobar – una vez más –
que uno de los principios más fundamentales de la física es
aplicable al sector educativo en España, y no es otro que el famoso
principio de mínima acción.
Para dejar claro
de lo que hablo, aunque su nombre es autoexplicativo en gran medida,
voy a citar algunos ejemplos de este conocido principio. La caída de
los objetos en ausencia de perturbaciones se da en línea recta,
hecho bien conocido por todos, ya que de otra forma el objeto no
viajaría por la distancia más corta posible. De la misma forma, los
planetas orbitan alrededor del sol en determinadas órbitas
elípticas, ya que de otra forma no viajarían por la distancia más
corta en un espacio curvado por la masa del sol. Ambos fenómenos se
explican por el principio de mínima acción, que es fácil de
entender en palabras.
Aunque pueda
parecer raro, hay una cantidad llamada “acción”, cuyos detalles
no especificaré, que debe ser mínima en trayectorias espontáneas
como las caídas de objetos o las órbitas planetarias. Pues bien,
esta “acción” no es la misma, ya que aparece con su connotación
habitual, cuando me refiero al ámbito educativo pero el principio
parece cumplirse, para sorpresas de los físicos.
Con motivo de
mantener la claridad al máximo, citaré algunos fenómenos que se
dan a menudo y que demuestran lo que digo. Un alumno que no quiere
hacer los deberes pero sí aprobar, con un 5, aplica el principio de
mínima acción para hacer lo justo y
librarse. Asimismo, un profesor que no quiere apoyar a sus alumnos
aunque alguno de éstos muestre interés en la asignatura, aplica el
principio de mínima acción para no hacer más que lo que por ley se
le obliga, pero nada más.
Los
físicos teóricos están fascinados tras ver como un principio que
surge de las entrañas del cálculo variacional aplicado a sistemas
de objetos se aplica, también, a los seres humanos. ¿Será que
estamos descubriendo los límites de la física, que habíamos
subestimado? Sin duda, este campo de estudio va a mantener ocupados a
los mejores físicos de todo el mundo y, con el tiempo, acabaremos
sabiendo mucho más de nosotros mismos. La evidencia empírica sobre
este fenómeno es abrumadora, como se suele decir, los resultados
hablan por sí mismos.
César P.
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