6 de febrero de 2015

Echando horas en el bus


A quién no le importa pasarse una media hora larga de más en un autobús porque hay un atasco que limita la velocidad de circulación a la del caracol, ¿verdad? Odio con ganas calcular mis desplazamientos en transporte público y olvidarme de tener en cuenta factores como el viernes o la hora punta. Me pasa con demasiada frecuencia, así que va siendo hora de hacérmelo ver un poco, más me vale ir pensando en alternativas, ya que considero mi tiempo demasiado valioso como para seguir dejándome media hora por culpa de un atasco que puedo evitar fácilmente.

El factor viernes es ese que dice que todas las personas se van o entran a Madrid en viernes. Al parecer, es un buen día para abarrotar las carreteras, las entradas y salidas de la ciudad, de forma tal que los pobres usuarios de transporte público nos vemos forzados a sufrir las consecuencias. Se forman cuellos de botella interminables en las principales carreteras que llevan a la capital, si coges un bus en viernes a ciertas horas, más vale que lleves un buen libro para hacer llevadero el viaje.

El otro factor que impide llegar a tiempo es la hora punta, a saber, esas horas del día en las que hay mayor desplazamiento de personas, por el motivo que sea. Ya se trate de la hora de ir a currar o de cuando se sale del trabajo, la hora punta cambia mucho las cosas. Los atascos están asegurados a esa hora y en el metro se viaja como sardinas enlatadas, resulta muy grato para practicar un ejercicio de meditación forzado.

Finalmente, si tenemos la desdicha de que nuestro viaje esté en la intersección de ambos sucesos, estamos apañados. La hora a la que llegaremos a nuestro es una incógnita, lo único seguro es que no será a tiempo. Por lo tanto, cualquier opción es mejor que coger el transporte público cuando se dan estas condiciones. Estoy barajando la posibilidad de optar por un transporte más sano pero, también, más temerario: coger la bici en Madrid.

Como dice el dicho, a grandes males, grandes soluciones. Ir en bicicleta en esta ciudad no resulta un paseo muy divertido, la mayor parte de las veces, ya que las carreteras no están diseñadas para circular en bicicleta. No hay carriles bici, por lo tanto quedan dos opciones: acera o carretera. Si vas por la acera, molestas a los peatones y si vas por la carretera, los conductores se cabrean y te pitan. Coger la bici en Madrid es como salir de excursión a la jungla, mejor ir preparado para lo que pueda pasar.

César P.

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