Los jóvenes no
quieren estudiar, eso es una verdad como la vida misma que,
posiblemente, siempre haya sido así a lo largo de la Historia. Sin
embargo, hoy estamos tocando fondo más que nunca por una
intersección se situaciones preocupantes. Por un lado, actualmente
es cuando estudiar es más necesario que nunca antes, ya que hay una
enorme cantidad de conocimientos que se deben asimilar para
desenvolverse de forma adecuada en el mundo actual. Además, hoy en
día el desinterés generalizado de la juventud es alarmante, siendo
mucho más acusado que hace unas pocas décadas, en mi opinión.
Por lo menos a mí
me cuesta imaginar a la gente pasando aún más olímpicamente del
estudio como sucede hoy. El resultado es evidente, una gran cantidad
de jóvenes no sabe ni lo básico de las asignaturas que cursa en la
ESO, luego llega al Bachillerato y es entonces cuando la situación
de va de las manos. No solo es falta de interés en el estudio,
también es un sistema educativo nefasto y pasotismo de parte de los
profesores. Nadie parece estar contento donde se encuentra, ni los
alumnos en las aulas, ni los profesores en los centros educativos.
Todos están hartos y pasan.
El que sale
perdiendo es el alumno en formación por culpa de los errores de los
adultos a cargo de su educación, siempre. Se supone que actualmente
es cuando los jóvenes están más formados, sí, es posible que haya
más nivel pero ¿de verdad saben más o simplemente han aprobado más
exámenes y tienen más títulos? ¿Estamos confundiendo saber con
saber hacer? ¿O es que la sabiduría ha pasado a medirse contando la
cantidad de diplomas que podemos colgar en nuestras paredes?
Conozco a personas
que tienen un nivel “avanzado” de inglés y son incapaces de
mantener una conversación en condiciones. Sin embargo, el papel dice
que controlan el idioma anglosajón. Es más, para dar clases en
algunas academias de inglés ni siquiera evalúan tus conocimientos,
vale con ir y decir que tienes un advanced. Si alguien pregunta,
enseñas el diploma, contratado. Algo similar puede pasar en otros
sectores aunque, tal vez, el de los idiomas es uno de los que más
cabida da para farsantes y postureo del bueno.
Me sorprende ver
jóvenes de bachillerato que no saben hacer una redacción en
condiciones o que siguen pensándoselo antes de despejar una x para,
finalmente, hacerlo mal. Conocimientos que se deben dar por dominados
en la ESO siguen siendo una asignatura pendiente a lo largo de los
años y repercute para la formación. Con estas carencias, o lagunas
en el aprendizaje, no es de extrañar que la gente abandone carreras
universitarias fuertes durante
los primeros años, ya que lo ven como misión imposible.
Esta
es la realidad de la educación en España, se da la patada hacia
arriba, como dice un colega, al alumno para que pase de año y se le
carga el muerto a otro siguiendo la regla que reza para qué
molestarme yo en enseñar a este alumno si lo puede hacer otro.
Extrapolando las consecuencias,
el escenario más probable es que nunca aparezca alguien que se
preocupe en enseñar bien y
el joven en cuestión acabe sufriendo durante sus años
universitarios. Eso si, negocio redondo para academias y profesores
particulares. No puede haber excusa para la mediocridad, algún día
hay que terminar con el ciclo de la ignorancia.
César P.
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