Nuestra sociedad
adolece de ciertos males que pueden llegar a afectarnos en todos los
ámbitos de nuestra vida. A pesar de ello, en cada uno de nosotros
reside la posibilidad – y, también, la responsabilidad – de ser
felices. La infelicidad en la que viven tantas personas no es otra
cosa que una consecuencia de la toma inadecuada de muchas decisiones,
tantas que acaba uno arrastrado a una vorágine de desdicha cuya
salida se presenta inalcanzable. Pero siempre se puede hacer algo al
respecto, siempre hay una oportunidad para ser un poco más felices
cada día. Acabamos de comenzar un año en el que podemos transformar
nuestros hábitos para llegar a disfrutar de la vida.
Todos
tenemos responsabilidades de las que hacernos cargo, no solo unos
pocos desdichados tienen de eso. Sin embargo, esto no es motivo para
ser infelices, ya que todo está en la mente: un cambio de chip es lo
que hace falta para empezar a sufrir menos por todo lo que pasa en
nuestra vida. Cuando algo sucede a nuestro alrededor, lo que acabamos
sintiendo no es una consecuencia directa
sino
que hay un pensamiento antes de llegar a sentir una emoción. Lo que
sucede es que los pensamientos pueden llegar a ser tan rápidos que
apenas nos damos cuenta de ello.
Por este motivo, frases como “me estás cabreando” o “me haces
daño con eso que dices” no son del todo ciertas. El emisor de
dicho mensaje convierte esas afirmaciones falsas en ciertas por medio
de la repetición, literalmente se lo repite tantas veces que acaba
creyéndolo y, por ende, siendo cierto para esa persona. Sonará a
tópico, pero una clave para ser feliz es abandonar – huir – de
esos pensamientos negativos que no nos proporcionan nada bueno,
antes, más bien, nos hunden en la miseria.
Pensemos también en lo que podemos hacer por nosotros mismos. No hay
que abandonarse a uno mismo por un bien superior o una causa que
parezca justa, nuestros deseos cuentan, acallarlos solo nos llevará
tarde o temprano a la frustración. Escuchar esa vocecita interna que
nos pide algo es buena idea, cuando la ocasión lo permita. Darse un
pequeño capricho puede resultar en ese momento de catarsis y
disfrute personal que tanto ansiamos, que merecemos después de una
jornada eterna o de un periodo de alta carga de trabajo.
La mejor forma de rendir en el ámbito laboral es ir bien descansado
y quien diga lo contrario, miente. Privarnos de forma continua de
horas de sueño puede acabar siendo más contraproducente de lo que
pueda parecer a primera vista, ya que a la larga las baterías no se
van a recargar como deben. Hay que respetar los horarios de descanso
a menos que sea imperativo terminar algo urgente. Además, estar en
equilibrio físico y mental incentiva la creatividad que tanta falta
puede hacer para apañárselas.
Tomarse un pequeño momento de meditación suele ser una buena idea
para hacer que la maquinaria funcione mejor allí arriba. El cerebro
necesita alimento y descanso para darlo todo cuando es preciso, no lo
olvidemos nunca. Aprender algo nuevo debe ser parte de nuestros
hábitos porque así mantenemos activo al cerebro. Leer es uno de los
mejores alimentos para la mente y para el espíritu. Escribir también
resulta muy liberador, ayuda a aclarar ideas y, muchas veces, a
soltar lastre a modo de terapia personal.
Tampoco debe olvidarse el bienestar físico, ya que estar saludable
es mantener un equilibrio entre cuerpo y mente. Está comprobado que
llevar a cabo una actividad física de forma rutinaria contribuye al
estado bienestar de una persona. Hay que poner límite a la vida
sedentaria que llevamos en Occidente de forma tan extendida y para
ello lo mejor que podemos hacer es acercarnos a la naturaleza.
Organizarse bien es la clave para poder compaginar nuestras
responsabilidades externas con las internas: porque sí, tenemos la
responsabilidad de mantenernos felices en 2015. Nadie más puede hacerlo por ti.
César P.
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