14 de diciembre de 2014

Vidas paralelas en la Red


Todos los usuarios de redes sociales tenemos agregados a personas en nuestra lista de amigos con las que apenas hablamos o no hablamos en absoluto, ni siquiera para felicitar los cumpleaños. Esa es la realidad de la internet: un montón de contactos y muchos menos amigos. Es una forma dinámica de conocer gente, hacer algún que otro amigo a distancia e incluso de buscar pareja. O de encontrar pareja sin pretenderlo, todo es posible en la Red. Esa es la magia de las www, la capacidad de comunicarnos como nunca antes.

Me he dado cuenta de que a medida que pasan los días veo pequeñas noticias de las vidas de personas de las que no se nada, salvo lo que cuelgan en Facebook. Son retazos de información suelta, por aquí y por allá, pero conexa, ya que en su brevedad me resumen lo que va pasando en sus vidas. A veces comento algo o le doy a Me gusta, como buen usuario de la conocida red social. No es raro que surja alguna que otra conversación con el uso regular de esta red, pero poco más.

A veces me gustaría abrir un chat y empezar a hablar con alguien con quien nunca he hablado más allá de un hola y un adiós. ¿Por qué no lo hago? Supongo que no quiero decepcionarme, ni dejar que me decepcionen. Hay gente muy interesante por allí pero si el interés no es mutuo las conversaciones mueren con rapidez. Resulta incómodo y mejor no forzarlo. La gente parece ir demasiado a lo suyo como para detenerse a cultivar nuevas amistades.

Todo gira en torno a la ventana de oportunidad. Cuando conocemos a alguien en la vida real, todos tenemos una oportunidad de calar en esa persona lo suficiente como para mantener el contacto, hablar, etc. Pocas veces aprovechamos ese tipo de oportunidades o es que estábamos a nuestro rollo y ¡oh!, mala suerte, ya ha pasado ese tren sin retorno. Resulta más complicado empezar a hablar con alguien con quien has mantenido una vida paralela en la red social durante años y con quien nunca has mediado palabra. Esa persona lo sabe, tú lo sabes, Facebook lo sabe. Es el fin.

Las convenciones sociales dictan que la relación de mantiene en un mínimo de me gustas y algún comentario breve, solo un par de palabras y un ja, ja, ja o un xD. No hay que pasarse de la raya. Y si nos limitamos a los likes (me gusta), mejor que mejor. Porque así es la vida en la internet, ¿no? Vaya bodrio de redes sociales en las que hay postureo, selfies, foto grupal, más postureo con la chica de turno, alguna foto chorra que no falte y poco más. Ah sí, ¡cómo olvidarlo!, los estados profundos hay que ponerlos para que todo aquel que lo lea se quede reflexionando, por lo general una búsqueda rápida en Google soluciona eso.

También están los pesados que no dejan de compartir enlaces, páginas, vídeos y los aún más cansalmas que envían invitaciones a juegos de Facebook. En fin, tampoco hacen daño a nadie salgo a algún que otro bit perdido en la página. (¡Y a mi paciencia!) Pero, ¿esto es todo? ¿No se supone que debería haber algo más? No lo sé, pero tengo clara una cosa y es que haciendo uso de la sinceridad me gustaría abrir un chat y decirle a alguna que otra persona: Hola, quiero conocerte.

Leído.

César P.

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