Hace un par de
días, fui a mi quiosco habitual a por un par de libros de una
colección de grandes pensadores que estoy completando actualmente.
No pude evitar hacer la típica broma al quiosquero, con motivo del
día de la Lotería de Navidad, algo como:
- Bueno, ¿qué? ¿Te ha tocado el Gordo?
Para mi deleite,
su respuesta no tuvo desperdicio:
- Sí, pero estoy disimulando.
Y añadió:
- Mañana cuelgo el cartel de iros todos a #$%&.
Digo que no tuvo
desperdicio alguno porque es una de las respuestas más originales
que he escuchado. Siempre me hace gracia bromear con la posibilidad
de disfrutar del premio Gordo de la lotería, ese que todos ansiamos
aunque sea por un segundo pero que sabemos que no veremos nunca en la
vida, casi con toda certeza.
Aún así, soñar
es gratis y viene muy bien para nuestro estado de ánimo, nos
proyecta por un instante lejos de la mortecina realidad en la que
vivimos. Esa a la que volvemos cada mañana al despertar, esa que nos
espera al salir de casa y durante la mayor parte del día. Esa
realidad de la que escapamos solo en algunas ocasiones cuando
disfrutamos de algo con tanta intensidad que acabamos siendo
transportados a otra dimensión.
Soñar es muy sano
para el espíritu. Además, hay que tener la motivación adecuada
siempre que se pueda. Por este motivo, pensar en algo agradable no
viene mal. Imaginaos por un momento que ganáis la lotería, ¿qué
uso le daríais a tanto dinero? ¿Qué compraríais? ¿A dónde os
iríais? ¿A una playa? ¿A una isla? Yo me iría al fin del mundo y
no pararía de viajar hasta ver la mayoría de los lugares que me
gustaría conocer. Lo que no sabría es por donde empezar, supongo
que lo elegiría al azar tirando una moneda. O mejor aún, haría una
diana con los destinos prioritarios y tiraría un dardo.
Muchas personas
dicen que comprarían una casa. Por qué no. ¿Os imagináis el lujo
que sería pagar una casa o un piso, como se dice, al chin chin?
Tal vez comprar un coche del año con todo los extras. Las
posibilidades son infinitas, el único límite es nuestra
imaginación. Pero claro, de vuelta a la realidad, no tenemos la
cuenta llena de ceros a la derecha – que son los que molan. Sin
embargo, con perseverancia podemos hacer realidad varios de esos
sueños que tenemos en mente. Todo es posible, siempre que
mantengamos la ilusión en mente.
La mayoría de las
personas que fracasan no han sido derrotadas, sino que han optado por
rendirse. Esa es la realidad, la gente lo intenta, las cosas no salen
bien y se rinden. Tiran la toalla. Abandonan la ilusión, olvidan los
sueños. Cuando dejes de soñar, estarás completamente derrotado.
Sin embargo, mientras mantengas la ilusión en mente, algún día
conseguirás convertir tu sueño en realidad. A seguir soñando.
César P.
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