25 de diciembre de 2014

Me ha tocado el Gordo, pero estoy disimulando


Hace un par de días, fui a mi quiosco habitual a por un par de libros de una colección de grandes pensadores que estoy completando actualmente. No pude evitar hacer la típica broma al quiosquero, con motivo del día de la Lotería de Navidad, algo como:
  • Bueno, ¿qué? ¿Te ha tocado el Gordo?
Para mi deleite, su respuesta no tuvo desperdicio:
  • Sí, pero estoy disimulando.
Y añadió:
  • Mañana cuelgo el cartel de iros todos a #$%&.
Digo que no tuvo desperdicio alguno porque es una de las respuestas más originales que he escuchado. Siempre me hace gracia bromear con la posibilidad de disfrutar del premio Gordo de la lotería, ese que todos ansiamos aunque sea por un segundo pero que sabemos que no veremos nunca en la vida, casi con toda certeza.

Aún así, soñar es gratis y viene muy bien para nuestro estado de ánimo, nos proyecta por un instante lejos de la mortecina realidad en la que vivimos. Esa a la que volvemos cada mañana al despertar, esa que nos espera al salir de casa y durante la mayor parte del día. Esa realidad de la que escapamos solo en algunas ocasiones cuando disfrutamos de algo con tanta intensidad que acabamos siendo transportados a otra dimensión.

Soñar es muy sano para el espíritu. Además, hay que tener la motivación adecuada siempre que se pueda. Por este motivo, pensar en algo agradable no viene mal. Imaginaos por un momento que ganáis la lotería, ¿qué uso le daríais a tanto dinero? ¿Qué compraríais? ¿A dónde os iríais? ¿A una playa? ¿A una isla? Yo me iría al fin del mundo y no pararía de viajar hasta ver la mayoría de los lugares que me gustaría conocer. Lo que no sabría es por donde empezar, supongo que lo elegiría al azar tirando una moneda. O mejor aún, haría una diana con los destinos prioritarios y tiraría un dardo.

Muchas personas dicen que comprarían una casa. Por qué no. ¿Os imagináis el lujo que sería pagar una casa o un piso, como se dice, al chin chin? Tal vez comprar un coche del año con todo los extras. Las posibilidades son infinitas, el único límite es nuestra imaginación. Pero claro, de vuelta a la realidad, no tenemos la cuenta llena de ceros a la derecha – que son los que molan. Sin embargo, con perseverancia podemos hacer realidad varios de esos sueños que tenemos en mente. Todo es posible, siempre que mantengamos la ilusión en mente.

La mayoría de las personas que fracasan no han sido derrotadas, sino que han optado por rendirse. Esa es la realidad, la gente lo intenta, las cosas no salen bien y se rinden. Tiran la toalla. Abandonan la ilusión, olvidan los sueños. Cuando dejes de soñar, estarás completamente derrotado. Sin embargo, mientras mantengas la ilusión en mente, algún día conseguirás convertir tu sueño en realidad. A seguir soñando.

César P.

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