Estamos
en plena moda de los wearables,
es
decir, de los dispositivos electrónicos que se llevan
puestos, como
son las pulseras de actividad del tipo MyBand, los relojes
inteligentes, etc. Cada vez se pone más de moda sustituir los
aparatos habituales por su versión digital y smart, ya que nos gusta
sentirnos listos y, por ende, nuestros gadgets
deben ir a juego con nuestro intelecto.
Queremos
que todos los dispositivos estén conectados entre sí para pasarse
información con más facilidad. Me pongo la banda de actividad,
salgo a correr, luego paso los datos al móvil, veo una gráfica
bonita en el ordenador, ¡cómo mola!, ¡cuánto ejercicio hago!,
¿no?
Sí,
pero no. Debido a este boom
de
wearables, no solo los usuarios están al
loro
sino que hay otros interesados en estos dispositivos: los
delincuentes informáticos. Actualmente, la seguridad en los
dispositivos portátiles que no sean móviles, tablets u ordenadores
es casi inexistente. Puede ser muy bonito ver nuestro itinerario en
la televisión de casa pero la realidad es que los gadgets
necesarios
para obtener estos datos son vulnerables y pueden ser el blanco de
ciber-espionaje. Vamos, que si nuestro vecino se pone a escuchar
nuestras transmisiones inalámbricas puede enterarse de todo.
Un ordenador es el aparato que asociamos con los virus informáticos
y los crímenes informáticos, por excelencia. Sin embargo, si
pensamos en las posibilidades que ofrece un móvil actualmente, la
única conclusión posible es que éstos también pueden usarse para
sustraer información sin el permiso de la víctima. No esperemos ver
a alguien con una antena enorme y varios ordenadores cerca de
nosotros para empezar a sospechar. A día de hoy, el ciberdelincuente
es invisible a nuestros ojos y solo tiene que estar a unos metros de
distancia echándole un descuidado vistazo a su pantalla táctil
mientras succiona nuestra jugosa información en forma de ingentes
bits.
Los
wearables implican ciertos riesgos que se deben conocer antes de
empezar a usarlos. Y una vez avisados, que cada uno elija. Son
dispositivos de escasa seguridad informática que, potencialmente,
pueden transmitir datos privados a cualquiera que esté escuchando.
Por ello, el año 2015 será de especial interés en cuanto a
seguridad informática se refiere, ya que se necesita mejorar en este
aspecto para ofrecer un servicio de calidad a los usuarios. Este es
un sector en rápido crecimiento por dos motivos: a) cada vez hay más
wearables y b) no se sabe a ciencia cierta como hacer que todos estos
dispositivos sean seguros para el usuario.
Que conste que con “seguro” quiero decir que el coche no ponga en
Facebook nuestro itinerario sin nuestro permiso, que nuestro reloj
inteligente sea lo suficientemente listo como para no desvelar
información bancaria o que por alguna filtración alguien se entere
de lo que no debe, etc. Se trata de la seguridad de nuestros datos
personales y de nuestra privacidad. No pretendo desanimar a nadie que
salga a correr con un podómetro, banda de actividad o lo que sea,
solo insto a que se tenga un poco de precaución si el dispositivo es
capaz de enviar información inalámbricamente, ya que, por
definición, esta información llega a cualquiera. En las manos
inadecuadas esto puede ser un problema pero si la información está
debidamente cifrada, no lo es.
Cuando se usen datos personales, como contraseñas, cuentas
bancarias, etc, lo mejor es recurrir a una conexión segura,
es decir, una que esté cifrada. Las conexiones de datos no lo están
y pueden ser espiadas por cualquier persona malintencionada. Un poco
de precaución es todo lo que se necesita para evitar disgustos la
próxima vez que revisemos nuestro saldo desde uno de nuestros
gadgets. Y, como siempre, nada de mandar contraseñas por todas
partes, nada de ir diciendo que nuestro pin es 0000 porque así no lo
olvidamos, etc. Un poco de sentido común y de tirar de una red WIFI
con cifrado WPA2 para cosas serias, eso es todo lo que hace falta
para que nuestra ciber-vida mantenga su integridad.
César P.
No hay comentarios :
Publicar un comentario