Es la frase que
define mi vida actualmente: fluir como el agua. Moverme de un lado a
otro, dejarme llevar, adaptarme al envase (situación),
cambiar de forma, etc. La única forma de hacer frente a una vida
cambiante es ser flexible y rápidamente adaptable. Ser como un
fluido, convertirse cada nuevo instante, reinventarse a uno mismo
cada semana, cada día...
Un
frenesí que atropellaría a cualquier como un tren a toda marcha es
lo que parece ser la vida, en ocasiones. En vez de afrontar esto con
el estoicismo de una muralla rígida, ¿por qué no absorber el golpe
sin que haga daño alguno?
Hace
poco leí en un libro muy útil para la salud mental, Gente
tóxica de Bernardo Stamateas,
que fijando la vista en la meta se puede perder visión. No solo se
trata de avanzar hacia un objetivo en la vida a cualquier
precio sino que debemos,
también, evaluar constantemente nuestras condiciones para poder
determinar si, en efecto, llegaremos. Igual
se nos olvidó echar gasolina al coche y nos quedamos tirados a dos
calles de nuestro destino, o a 2 km...
Hay
que intentar ser excelente, continúa este libro, pero no perfecto.
Es decir, hay que huir de la mediocridad que actúa como un lastre
para tantas personas. ¿Por qué te esfuerzas si nadie lo hace?, me
preguntan a menudo en diferentes ámbitos y siempre me quedo atónito
ante tal interrogante, ya que solo puedo pensar: yo siempre
he sido así. Esta es la forma
en la que hago todas las cosas en mi vida. Es más, no puedo – ni
quiero – conformarme con algo mediocre.
No
se trata ni de que lo mediocre sea malo ni de que no esforzarse sea
bueno o malo. Las cosas son como son e incluso de algo aparentemente
negativo puede salir algo bueno. El vaso medio lleno o medio vacío
que nos recuerda que igual esta a medias de agua porque es lo que te
viene bien o igual es porque debes esforzarte en llenar la otra mitad
con tu trabajo, ¿no?
Después de todo, si de verdad quieres llenar ese vaso, ¿quién va a
detenerte? El único que puede pararte eres tú mismo.
Por
todo lo anterior, concluyo que hay que moverse como el agua, tener su
flexibilidad pero también su resistencia. Hay que beneficiarse de
las mejores cualidades de uno mismo, una vez las hayamos
identificado. Todos tenemos habilidades únicas que nadie más puede
igualar. Y, a veces, hay que ir tan rápido que tal vez debamos
imitar al viento. Pensándolo bien, esta vez me voy volando.
César P.
Me ha gustado tu artículo; a mí también me gusta esforzarme para salir de la mediocridad, aunque eso suponga nadar contra corriente. Tengo una palabra para tí: la capacidad que tiene un determinado material para absorber un impacto sin fracturarse se denomina resiliencia. Me gusta pensar que los años, además de canas y kilos, me han hecho ganar en sabiduría, serenidad y resiliencia también
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