Hace poco acepté – es decir, me
liaron para – ensayar un baile típico de mi país, Perú, la
marinera norteña. He de decir que apenas me lo pensé, ya que desde
el principio me pareció un reto tan grande que supuse que
inevitablemente algo positivo iba a salir de la experiencia. Y, en
efecto, así ha sido. Pero la sorpresa me la he llevado de varias
formas, puesto que, según he experimentado en mi persona, bailar
tiene múltiples beneficios para la salud física y mental.
En primer lugar, he de decir que soy un
paquete bailando. Empecé los ensayos moviéndome cual saco de
patatas o, tal vez, como un robot cuyos engranajes no han sido
lubricados en un siglo. Un espectáculo digno de ser desechado en el
olvido. No lo sé, el caso es que mis movimientos brillaban por su
torpeza, falta de gracia y descoordinación total. En mi vida he
tenido ningún problema en pasar un psicotécnico pero empezaba a
dudar seriamente de mi coordinación motora. Es más, al principio no
veía progreso y lo pasé realmente muy mal.
Y así, día a día, ensayo tras ensayo
mi moral empezó a mermar, así como la libertad de mis movimientos
debido a las omnipresentes agujetas. Tampoco había sentido tanto
dolor muscular en las piernas nunca antes. Siempre hay una primera
vez, ¿no? Toda la vida he aceptado retos sin dudarlo apenas, y no me
arrepiento. Es mi forma de superarme a mí mismo en cualquier ámbito,
sin reto no hay diversión.
Tras cada obstáculo, hay una lección
aprendida. Detrás de cada barrera, hay algo que vale la pena. Puede
que aprender a bailar marinera no sea más que dominar un baile para
algunas personas pero para mí no se limitaba a eso. Soy, o me
considero, tan malo bailando que para mí ha sido un reto de
superación personal y me siento realmente orgulloso de haber
conseguido aprender a moverme un poco. Haciendo balance, después de
tan solo tres semanas de practicar días sueltos, el baile salió
decente, conseguí disfrutar y soltar las piernas, nunca mejor dicho,
y aprendí lo bueno que es moverse.
El beneficio físico es incuestionable
y tan evidente que salta a la vista. Bailando se queman muchas
calorías y se mueve la totalidad del cuerpo. Los músculos que más
trabajan son las piernas pero también lo hace el torso y la espalda.
Trabajan en menor medida los brazos, dependiendo del baile. Es una
forma muy divertida de hacer ejercicio y de pasar el rato, puesto que
los ensayos hacían pasar las horas en un momento.
Pero también hay una componente mental
en el baile, ya que se trata de coordinación y de ritmo. Se trata de
encajar los movimientos propios con el de otra persona, de dejarse
llevar, de improvisar y de seguir unas reglas de movimiento. Es al
mismo tiempo disciplina y libertad, precisa concentración captar
todos los detalles de un baile complejo y llevarlos a cabo en el
orden preciso. Y cuando la danza va tomando forma es como si cobrase
vida, de pronto tu cuerpo sabe lo que debe hacer y se mueve solo, te
guía hacia el siguiente paso.
El baile es una forma de expresión
artística, cuando dominas lo básico es cuando empieza la diversión.
A partir de allí, hay mucho lugar a aprender cosas nuevas, refinar
los pasos, improvisar, modificar la coreografía, etc. La experiencia
ha sido muy grata para mí y no dudo ni un segundo en recomendarlo.
Personalmente, no puedo esperar al siguiente reto. ¡A bailar!
César P.
No hay comentarios :
Publicar un comentario