Todos conocemos – o somos a veces esa persona – a alguien
que dice “¡Cuánto me aburro!” y literalmente se muere del asco. He creído durante
mucho tiempo, como la mayoría de personas, en eso del aburrimiento. Sin embargo, recientemente he descubierto que el
aburrimiento es una opción y en –
casi – ningún caso algo de verdad inevitable.
Hoy en día no hay motivos para aburrirse y no es que en el
pasado los hubiera por doquier. En realidad, si preguntamos a nuestros abuelos
lo más seguro es que nos respondiesen que ellos no se aburrían. ¿Por qué? Por
el simple hecho de que siempre hay algo que hacer en la vida. Y, actualmente,
esto es más fácil que antes.
¿Te aburres? Ve una peli. ¿Te aburres? Lee un libro. ¿Aún
aburrido? ¡Aprende algo nuevo!
Pocas cosas en esta vida pueden ser más interesantes, según
algunos estudios, que la experiencia de aprender algo nuevo, ya sea una
destreza o conocimientos. Suele resultar más sencillo entretenerse haciendo
algo que estudiando pero esto depende de cada persona. Cada vez, querido
lector, que aceptas el aburrimiento te estás decepcionando a ti mismo. Y tal
cosa no es admisible.
El aburrimiento está tan
de moda en la actualidad por diversos motivos. Por una parte, hay mucho que
hacer y parece que nada nos satisface para siempre. Como explica un viejo dicho:
no se puede llenar un cántaro que ya está
lleno. Tenemos muchas cosas en la cabeza, por eso de la globalización,
internet, etc, que a menudo parece que ya no cabe más, que nada apasiona o que
nada es distinto.
Otro motivo que, desde mi punto de vista, es una causa del
extendido aburrimiento es la decadencia. Sí, eso mismo. La decadencia en la que
vivimos hoy en día propicia males como el dichoso aburrimiento. Debido a mi
trabajo, a menudo me encuentro con gente que no quiere ni se plantea usar ese
maravilloso músculo llamado cerebro. En sus diálogos y razonamientos veo
agujeros y lentitud, la maquinaria no está engranada.
A la mayoría de las personas les importa más lo que pasa en
una caja que me han contado se sigue llamando televisión que en la vida real.
El cotilleo del día es lo más relevante en muchas conversaciones. ¿Continuo? No
creo que sea necesario. Todo esto es lo que yo denomino decadencia, decadencia de la mente y del espíritu.
Así las cosas, normal que nos aburramos tanto. Si a esto le
sumamos jornadas repetitivas y monótonas obtenemos decadencia del cuerpo y
estamos apañados. Pero no todo está perdido, pues siempre se puede salir de esa
vorágine de mediocridad. Siempre haya otra opción.
La próxima vez que te aburras haz lo siguiente: improvisa,
haz algo nuevo, rompe las reglas, ¡tira algo al suelo!, queda con esa persona
que no te cae tan bien, ve al cine, no vayas al cine, sal a correr, respira el
aire hasta que te exploten los pulmones… y si todo lo anterior “falla”: lee un
buen libro.
¿En serio vas a seguir aburriéndote?
César P.
No hay comentarios :
Publicar un comentario