Hace tan solo unos días que ha comenzado el curso escolar
2014-2015 en España. Este año trae más de lo mismo en los distintos niveles.
Por mi trabajo, estoy en contacto con jóvenes de ESO y de Bachillerato
habitualmente. Puedo ver cómo da comienzo el año para ellos y cómo unos
empiezan a agobiarse mientras que otros no terminan de empezar.
Por una parte, los alumnos de ESO llevan casi un par de
semanas sin hacer nada. Pero nada de nada. Apenas han abierto los libros, se
han dedicado a repasar algunas cosas “importantes” del año pasado y, en algunos
casos, han dado pruebas de nivel para ver cómo andan de conocimientos ahora.
Llego a clase y lo que me encuentro es que estos jóvenes han ido al instituto
para poco más que pasar el rato.
Otra realidad es la que enfrentan los alumnos de
Bachillerato, sobre todo los de segundo año. El curso escolar es mucho más
corto y deben ingerir grandes cantidades de conocimientos en poco tiempo, muy
poco. El primer examen lo tienen al caer en casi todas las asignaturas y eso que
apenas les ha dado tiempo a enterarse cómo se presenta al año. Estos alumnos
muestran ya su preocupación de cara a lo que queda del curso escolar estando
así las cosas, y no es para culparlos.
Personalmente, no estoy nada contento. Ni con lo uno ni con
lo otro. No me parece adecuado que en la ESO se pierda tanto tiempo y, como
siempre pasa, haya contenidos que “no dé tiempo a dar durante el año”. Por otra
parte, me parece inadecuado que los alumnos de 2º de Bachillerato deban pasar
por el, llamémoslo, trajín de asimilar tanta información de forma acelerada
para escupirla en los exámenes sin apenas terminar de entender – si es que lo
consiguen – aquello que se les pretende enseñar.
Y digo se les pretende porque no creo que esta sea la mejor
forma de impartir clases ni de asentar un sistema educativo eficiente. Sí, los
jóvenes deben llegar a las universidades con un examen aprobado de Selectividad
que indique que en algún momento de sus vidas han tenido ciertos conocimientos
bien definidos. Pero, ¿esto es verdad o tan solo se limitan a comprobar que
dichos alumnos tienen la capacidad de aprobar exámenes tipo?
Siempre he pensado, y hablo de lo que más se acerca a mi
campo de estudio, que los exámenes de Selectividad de ciencias son lamentables.
Lo único que hay que hacer es aprender a hacer los ejercicios tipo que año tras
año entran en cada examen y punto. Esto fomenta que se estudie para aprobar y
no para aprender, desde mi punto de vista. El examen de inglés también se las
trae, cualquiera con un nivel bajo-medio podría aprobarlo. Por qué sufre tanto
la gente, ¿entonces? Porque en los institutos no se enseña nada bien este idioma.
Ni para unos tan poco ni para otros tanto. Si se
equilibrasen mejor los temarios desde ESO hasta Bachillerato no entrarían las
prisas en el último año de educación antes del acceso a universidad. Entonces
podríamos hablar de clases para enseñar de verdad y no – de tan solo - enseñar
a aprobar.
César P.
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