28 de agosto de 2014

Sobre la mala enseñanza

Llevo años dedicándome a la docencia pero desde hace poco me ha picado el gusanillo de la curiosidad con especial interés en la siguiente cuestión: ¿por qué a algunas personas se les “da mal” ciertas asignaturas? En particular, mi experiencia se basa en materias de ciencias e inglés. Las dificultades a las que se enfrentan los alumnos son similares en las primeras pero muy diferentes en el segundo idioma.

Hablemos de las – para nada merecidamente – odiadas matemáticas. Todo el mundo parece tenerles miedo o, al menos, respeto. Y, la verdad, no los culpo. Se enseñan mal, se aprenden mal, luego, no hay más alternativa para la mayoría de los mortales que odiarlas a muerte. No les dejan elección ni les dan oportunidad alguna en esta asignatura tan omnipresente.

Todo empieza en la educación primaria, cuando los estudiantes se encuentran por primera vez con la muralla de las matemáticas. Son varios los factores que merman el aprendizaje de los niños, entre ellos cabe destacar la mala enseñanza de la asignatura y la denominada “para para arriba”, como dice un colega que lleva más años que yo dedicándose a la enseñanza, Julián.

El primero de estos factores se explica por sí mismo, ya sea porque el personal docente no hace bien su trabajo o porque el plan de estudios deja mucho que desear, el caso es que las matemáticas se enseñan mal desde la bases. El segundo factor al que aludo es ese fenómeno tan perjudicial que se viene practicando en muchos centros educativos de este país: dejar pasar de año alumnos que arrastran alguna asignatura y no la aprueban jamás. Este es el efecto patada para arriba que tanto daño produce.

Para ejemplificar hasta donde llega el perjuicio, imaginemos el caso de Pepito. Cuando estaba en primero de la ESO Pepito suspende matemáticas porque el año se le dio mal y, en fin, es primero, no pasa nada. El año siguiente, Pepito debe aprobar mates pero no lo consigue, le pasan de año con una pata para arriba. Llega tercero, Pepito sigue sin aprobar mates de segundo. Llega cuarto y Pepito se sacó mates como pudo pero tiene enormes lagunas por el efecto patada y suspende cuarto.

Debido a su calvario, Pepito odia desde hace tiempo la asignatura, no elije el itinerario que tanto quería en primero, Bachillerato de ciencias, porque es un “negado para las matemáticas” y “se le dan fatal”. Pepito opta bien por sociales o por letras para huir en la medida de lo posible. En el primer caso, puede que siga sufriendo pero en el segundo se “salva”. Y es que las ciencias son para “gente muy lista que lo sabe todo”, Pepito lo asume.


Igual me ha quedado en exceso dramático el ejemplo pero situaciones así suceden y seguirán sucediendo mientras no se resuelva el gran problema de este país: la mala educación. 

César P.

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