Llevo años dedicándome a la docencia pero desde hace poco me
ha picado el gusanillo de la curiosidad con especial interés en la siguiente
cuestión: ¿por qué a algunas personas se les “da mal” ciertas asignaturas? En
particular, mi experiencia se basa en materias de ciencias e inglés. Las
dificultades a las que se enfrentan los alumnos son similares en las primeras
pero muy diferentes en el segundo idioma.
Hablemos de las – para nada merecidamente – odiadas matemáticas.
Todo el mundo parece tenerles miedo o, al menos, respeto. Y, la verdad, no los
culpo. Se enseñan mal, se aprenden mal, luego, no hay más alternativa para la
mayoría de los mortales que odiarlas a muerte. No les dejan elección ni les dan
oportunidad alguna en esta asignatura tan omnipresente.
Todo empieza en la educación primaria, cuando los
estudiantes se encuentran por primera vez con la muralla de las matemáticas.
Son varios los factores que merman el aprendizaje de los niños, entre ellos
cabe destacar la mala enseñanza de la asignatura y la denominada “para para
arriba”, como dice un colega que lleva más años que yo dedicándose a la
enseñanza, Julián.
El primero de estos factores se explica por sí mismo, ya sea
porque el personal docente no hace bien su trabajo o porque el plan de estudios
deja mucho que desear, el caso es que las matemáticas se enseñan mal desde la
bases. El segundo factor al que aludo es ese fenómeno tan perjudicial que se
viene practicando en muchos centros educativos de este país: dejar pasar de año
alumnos que arrastran alguna asignatura y no la aprueban jamás. Este es el
efecto patada para arriba que tanto daño produce.
Para ejemplificar hasta donde llega el perjuicio, imaginemos
el caso de Pepito. Cuando estaba en primero de la ESO Pepito suspende
matemáticas porque el año se le dio mal y, en fin, es primero, no pasa nada. El
año siguiente, Pepito debe aprobar mates pero no lo consigue, le pasan de año
con una pata para arriba. Llega tercero, Pepito sigue sin aprobar mates de
segundo. Llega cuarto y Pepito se sacó mates como pudo pero tiene enormes
lagunas por el efecto patada y suspende cuarto.
Debido a su calvario, Pepito odia desde hace tiempo la
asignatura, no elije el itinerario que tanto quería en primero, Bachillerato de
ciencias, porque es un “negado para las matemáticas” y “se le dan fatal”.
Pepito opta bien por sociales o por letras para huir en la medida de lo
posible. En el primer caso, puede que siga sufriendo pero en el segundo se “salva”.
Y es que las ciencias son para “gente muy lista que lo sabe todo”, Pepito lo
asume.
Igual me ha quedado en exceso dramático el ejemplo pero
situaciones así suceden y seguirán sucediendo mientras no se resuelva el gran
problema de este país: la mala educación.
César P.
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