El verano ha llegado a Madrid. ¡Vaya que si ha llegado! Hace
unos días que el calor se deja sentir en la capital española de forma intensa
pero hoy se ha lucido. El mercurio ha llegado tan alto como los 35 °C durante
gran parte del día y el bochorno ha sido una constante. Esto se deja notar
mucho en las actividades al aire libre, ya que el sol golpea con mucha fuerza
en las horas a mayor intensidad.
Personalmente, siempre he preferido las épocas más frías del
año que las cálidas. Siento que no hay ninguna solución al calor del verano – y
no, poner el aire al máximo en casa no es ninguna solución por una gran
cantidad de motivos que van desde la posibilidad de pillar un resfriado hasta
el gran gasto de electricidad. En cambio, abrigarse es la mejor medida ante el
frío y es muy cómodo salvo cuando toca salir a la calle ante las inclemencias
del tiempo.
Por no mencionar lo mucho que nos cuesta salir de la cama en
las mañanas de invierno en contraposición a lo difícil que puede ser dormir en
las calidad noches de verano. Sí, estoy convencido de que el frío es más
agradable que el calor por varios motivos. Sin embargo, a muchas personas les
gusta más la época veraniega por la mayor cantidad de luz.
Curiosamente, hay menos horas de luz en invierno pero a
veces la cantidad de luz puede llegar a ser incluso molesta. En días tan
bochornosos como el de hoy cuando se sale a la calle se cuentan los pasos para
ir de sombra en sombra y tener un pequeño respiro del sol. Hasta un breve paseo
al aire libre puede llegar a ser una experiencia desagradable por el dichoso
calor. Por otra parte, en invierno se camina bien – salvo cuando hace demasiado
frío o viento – y hasta se compensa la baja temperatura entrando en calor con
el ejercicio.
Además, las cantidades de líquido necesarias en verano
aumentan dramáticamente debido a la transpiración casi continua. Todo lo que
apetece es tomar algo fresco y frío, lo que sea. Creo que solo en verano nos
acercamos realmente a la cantidad diaria recomendada de ingesta de agua por los
médicos, que debe estar en torno a los 2 L o incluso por encima. En época de
frío la cantidad diaria de agua ingerida es muy inferior y ello implica menos
viajes al servicio.
Creo que el verano produce más molestias que ventajas cuando
la temperatura pasa de cierto límite razonable para la vida diaria. Cuando el
mercurio sube 30 °C las cosas se vuelven realmente incómodas y no digamos ya
más allá de 40 °C, que es lo que nos espera dentro de poco. Mejor será tener la
nevera bien provista.
César P.
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