Después del incidente de Esperanza Aguirre en la Gran Vía de
Madrid, no esperábamos otro escándalo automovilístico vinculado a un político
en mucho tiempo. Para sorpresa de todos, el pasado fin de semana se registró un
choque entre dos turismos en el barrio de Chamberrí y el nombre del ministro de
justicia, Alberto Ruíz-Gallardón, salió en dicho incidente como uno de los
involucrados. Es más, al principio se creyó que había sido él quien se había
dado a la fuga.
Poco después, los policías averiguaron que no era el
ministro sino su hijo mayor quien conducía el vehículo. Sin embargo, el
primogénito no se presentó a las pruebas de alcoholemia o, mejor dicho, los
policías no pudieron realizar dichas pruebas ya que no se les permitió la
entrada en el domicilio de Gallardón. Para variar, el ministro no ha declarado
al respecto y el propio involucrado ha hecho lo mismo.
Como vemos, una vez más, estamos ante un caso de no predicar
con el ejemplo y está vez se trata de nada más y nada menos que del ministro de
Justicia. Sí, es verdad que no se trató de él mismo y cierto es que él no puede
tener un completo control sobre las acciones de uno de sus hijos pero aún así
mucho dice esto sobre la educación del mismo. Además, con toda sinceridad, no
entiendo por qué se tuvo que dar a la fuga si
no tenía nada que temer, como se suele decir.
Al parecer, lo primero que se aprende cuando se está en el
poder o cerca de él es a no dar explicaciones cuando algo sale mal, es decir, a
darse a la fuga. Después, se impide que los policías hagan investigaciones y
asunto arreglado. Todo queda en algo que no se investiga. Si un ciudadano hace
lo mismo, lo termina pagando caro porque – como poco – se come la denuncia de los policías por no presentarse a las
pruebas pertinentes y, encima, por darse a la fuga.
Hablamos de algo muy serio, pues darse a la fuga puede
significar la muerte de un herido si no se le atiende a tiempo. En este caso,
no hubo ningún herido que lamentar pero quién nos asegura, cuando a estas
personas concierna, que el día que los haya no se darán también a la fuga.
Me parece otro caso evidente de negligencia en las altas
esferas. No se deberían de dar casos como estos, ya que quienes ostentan cargos
tan importantes como el Ministerio de Justicia deberían ser capaces de predicar
con el ejemplo. Eso como poco. Y de sanciones no hablamos…
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