Ante la situación actual
hay, aproximadamente, tres opciones básicas si eres un joven que sufre los
efectos de la crisis. La primera es confiar en el INEM y en el Estado para que,
eventualmente, te proporcionen un puesto de empleo. Ya puedes esperar y tener
suerte. La segunda, quedarte en casa sin hacer nada. En muchos casos, la
segunda es una consecuencia de la primera o viceversa. Y, finalmente, puedes
salir a la calle a crear el puesto de trabajo tu mismo.
Algunos amigos y
conocidos míos han optado por la tercera opción: la vida del autónomo
solitario. Es una opción dura y en la cual, básicamente, solo dependes de ti
mismo en cada uno de los pasos necesarios para que el negocio, servicio o
función que desempeñes te reporte un beneficio. Tú mismo eres quien busca a los
clientes, tú mismo te encargas de llevar a cabo cada paso del proceso desde el
contacto hasta la ejecución del servicio. Tú mismo eres el responsable de dar
la cara si algo sale mal. Tú y solo tú eres el encargado de cumplir y de no
enfermarte ya que ello supondría perder dinero a raudales.
Debes transformarte en
una especie de máquina y dejar de lado tu vida social e incluso las horas de
sueño para desempeñar tus funciones de forma excelente. Si quieres un seguro,
te lo pagas tú mismo, si debes desplazarte para realizar tus funciones, sale de
tu bolsillo también. Si tienes que comer fuera porque no te da tiempo a volver
a casa, tú te encargas de gastar ese dinero o de llevar tu propia comida.
Además, si necesitas
herramientas para realizar tu trabajo, tú y solo tú te encargas de tenerlas a
punto, de no olvidarlas en ningún lugar, etc. Nadie más te va a ayudar, ni
puedes confiar en casi nadie para seguir avanzando en este duro camino que es
ser autónomo. Esa es la realidad que viven los jóvenes que tienen la valentía
de crear un puesto de trabajo de la nada y que luchan día a día contra la que
está cayendo.
¿Dicen desde las altas
esferas del Gobierno que ya no hay crisis? En la calle, los simples mortales
que deben currar para comer cada día, ven otra cosa. Viven una realidad
completamente distinta en la cual no hay sueldo vitalicio, ni puesto asegurado,
ni nada. Lo único que existe es incertidumbre, precariedad y deben agudizar sus
sentidos para llegar a fin de mes. El joven autónomo en España es, sin lugar a
dudas, el superviviente definitivo.
César P.
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