Desde hace meses estamos
acostumbrados a ver que un colectivo u otro se vaya a la huelga por un
determinado periodo de tiempo. Sin embargo, en algunas ocasiones las huelgas
son de carácter indefinido, es decir, no hay cuando acaben. Nunca me había
tocado vivir una de estas huelgas de cerca hasta ahora, ya que hace unos días
la compañía ALSA ha declarado una huelga indefinida en los servicios
interurbanos en la estación de Av. de América.
Dicha huelga indefinida empezó
el pasado 5 del presente y ayer por la noche me dispuse a comprobar cuál era la
situación en la terminal de autobuses. El último servicio del día estaba
programado a las 22.15 h así que llegué un par de minutos antes para no perder
el autobús. Para mi sorpresa, ningún autobús salió de la terminal a esa hora ni
en los minutos siguientes.
A medida que las dos
filas se alargaban tanto que ya no cabían en el espacio entre dársenas, empecé
a pensar que tal vez me tocaría esperar hasta las 23 h. Por suerte, el autobús salió a las 22.45 h, es decir,
aproximadamente media hora después de la hora prevista del servicio. Estaba
repleto de personas pero era el último de dicha hora, en caso de no cogerlo
tocaba esperar a las 24 h.
Gran parte de las
personas que iban en ese autobús eran trabajadores cuya jornada laboral
terminaba ya de por sí un poco tarde y que, debido a la huelga, llegaban a sus
domicilios aún después de lo previsto. Y todo esto, ¿a qué se debe? Supongo que
los trabajadores de ALSA están hartos de las condiciones laborales y buscan que
se les acepte un nuevo convenio laboral.
Pero hasta entonces,
todos los que usábamos habitualmente estos buses tenemos dos opciones: o buscar
alternativas más fiables o esperar con paciencia a que salga algún bus de la
terminal. En mi caso, puedo elegir otras alternativas de transporte público
aunque pierdo más tiempo pero aquellas personas que viven en Torrejón, Alcalá o
San Fernando no tienen este lujo. Solo algunos de ellos pueden elegir coger la
RENFE y no siempre sin evitarse una larga caminata.
Y todo esto es culpa de
quienes no hayan cuidado las condiciones laborales de los conductores de
autobuses de la compañía ALSA, que es una de las más grandes del sector. O sea,
además de que es difícil tener un trabajo, ahora también lo es ir a éste. Cada día
es más complicado ser un currante en
este país.
César P.
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