Hace unos días, nos vimos
sorprendidos por la alarmante noticia que indicaba una subida de la tarifa de
la electricidad que ascendía a, nada menos que, 11%. Como era de esperar, los ciudadanos
no tardaron en levantar las manos al cielo y, acto seguido, salir a las calles
para manifestarse – en algunas ciudades. El descontento era generalizado y la
cuesta de enero de 2014 se presentaba más empinada que nunca antes. Pero el
Gobierno tenía un As en la manga, de esos que cambian las cosas de apariencia a
su antojo.
Poco después, cuando el
descontento estaba prácticamente en su punto álgido, el Gobierno de España
anunció que iban a hacer modificaciones a la tarifa. Por algún razonamiento –
el cual no dudo que se encuentra en algún lugar pero que me resulta irrelevante
– se pasó a proponer (o tal vez deba decir imponer) una subida del 8%. Llegado a
este punto, muchas personas se tranquilizaron, pues no iba a subirse tanto la tarifa como se había indicado.
Sin embargo, las personas cuya capacidad de observación no se deja engañar por
ardides tan simples mantuvieron su determinación inquebrantable, pues se iba a
dar una subida al fin y al cabo.
Entonces, estoy casi
seguro que fue en algún momento posterior a esta nueva subida más light, se empezó a debatir sobre la
necesidad de subir la tarifa de la luz. En los medios se habló largo y tendido
sobre el tema, la oposición aprovechó el momento para sacar a relucir las malas
e inadecuadas – por no decir perversas – decisiones del PP, etc. El descontento
no cesó, pues la susodicha subida de la tarifa no era tan distinta que la que se propuso en primer lugar. Esto provocaba que
muchas personas estuviesen cabreadas con el Gobierno y no tardaron en mostrar
tal estado de ánimo de diversas formas.
Mientras tanto, he de
suponer que debido a la reacción de los españoles, el Gobierno montó una escena
según la cual ellos eran los buenos y las compañías eléctricas los malos. Es
decir, el Gobierno no quería subir la
tarifa pero las eléctricas sí. ¿El resultado? Como podemos ver en los medios a
día de hoy, finalmente, la subida será de alrededor de un 2.3% o algo por el
estilo. Es decir, se sacan dos cosas en claro de todo este circo. En primer
lugar, el Gobierno ha conseguido subir las tarifas. En segundo, han intentado dárnosla con queso haciendo creer a la
gente que ellos no querían subir las tarifas.
Y habrá quien se lo habrá
creído. Pues cómo – en este mundo lleno de justicia – iba a tomar una mala
medida en tiempos de crisis el Sr. Mariano Rajoy, ¿verdad?
Pues ya lo vemos, la
primera subida que nos golpeará en enero ya se conoce, y podemos esperar
sentados y con una tila en una mano – y una calculadora en la otra – las demás
subidas que están por venir. Lo que más me cabrea no es tanto la subida en sí,
que también. Me molesta en suma medida que se quiera tomar por idiotas a todos
los habitantes de este país mareando la
perdiz de esta forma. Ni las compañías eléctricas necesitan ninguna subida
de la tarifa, ni dicha subida hace falta en estos momentos. Sin embargo, el
Gobierno puede y ser permite realizar subidas de este estilo cuando le viene en
gana.
Y lo peor es la
desvergüenza con que se lleva a cabo esto. Al menos ya que nos quitan dinero
del bolsillo, podrían tener la valentía de asumir lo que están haciendo. ¿O es
que de verdad nadie se da cuenta de esta pantomima? A las pruebas me remito,
está todo en las noticias de los últimos días.
César P.
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