Y menos mal. Es lo que
faltaba, que ahora mismo se pongan a cambiar la Constitución de España solo porque algunas personas tienen
dicho capricho. En estos momentos, lo único que debería preocupar a los
políticos españoles es trabajar en salir de la crisis y hacer que la economía
del país vuelva a un estado completamente autosostenible. Y nada más, nada más.
Sin embargo, nunca falta
quien intenta tirar del carro para su lado. Siempre vemos a alguien que parece
indiferente antes los problemas de los españoles y solo se preocupa de sus
propios intereses. Creo que ya cansa ver tan a menudo cómo se piden medidas que
permitan a los catalanes decidir.
Y me pregunto yo, ¿qué
van a decidir? Si mi memoria no me falla existe una Carta Magna en la cual se
garantiza la soberanía de España en sus territorios y mientras eso no cambie no
hay nada que hablar del tema. Es decir, el mero hecho de que haya gente
pidiendo medidas que alienten la independencia
de alguno de los territorios españoles debería ser considerado
anticonstitucional.
Lo que sucede, sin
embargo, es que en España se puede hablar de cualquier tema sin temer ningún
tipo de represalia. Y esto es lo que se disfruta en un Estado libre. Pero no
confundamos libertad con oportunismo para la demagogia. Ni lo confundamos con
propagandismo, ni lo tomemos como una ventana abierta para incitar a ciertos
grupos radicales.
En primer lugar, Cataluña
es de España tanto como el País Vasco. Por otra, los nacionalismos no son lo
mismo que los proclamados independentismos. Alguien puede sentirse muy catalán
o vasco y no por ello querer, desear o exhortar al Gobierno que le dé la
independencia a su comunidad autónoma. Una cosa no lleva a la otra, en
absoluto.
Además, ¿cuántas veces se
ha reformado la Constitución? Muy pocas. ¿Por qué? Por el simple y llano hecho
de que se necesita un motivo realmente
de peso para hacer tal cosa. No se puede ir cambiando la Constitución de un
país cada vez que a alguien se le antoja, ni cada vez que se cambia de
Gobierno, ni cuando fulanito considera que sería buena idea añadir cierta
línea, etc.
Eso es así en España y en
cualquier otro país democrático. Con las constituciones no se juega. Pero
parece ser que algunas personas, sorprendentemente políticos, no saben esto.
Así, por desgracia tenemos que ver cómo algunos piden al presidente del
Gobierno un cambio en la Constitución para que Cataluña pueda decidir o alguna sandez por el estilo.
Por suerte, Rajoy ha
manifestado que la Constitución no se toca y que no va a apoyar cambios en la
misma para contentar a gente que aún así no se quedaría contenta. A pesar de
ello no creo que se acallen las voces que solicitan este tipo de reformas.
Resulta de lo más lamentable ver cómo algunos políticos están completamente
empecinados en perseguir sus propias quimeras mientras pasan por alto las auténticas
necesidades de los ciudadanos.
César P.
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