Ayer por la mañana, 20
minutos antes de las 10 am, un tren del metro de Madrid quedó detenido sin
explicación durante más de una hora. Lo más sorprendente de todo este suceso es
que no hubo una explicación oficial para los pasajeros durante todos esos
angustiosos minutos. Tal fue el nerviosismo que se vivió dentro del convoy que
una pasajera llegó a sufrir una crisis de ansiedad aun a pesar de la ayuda de
los demás viajeros del suburbano.
Como todas las mañanas,
cientos de personas se desplazaban a sus centros de trabajo, colegios,
institutos, etc. por medio del metro. Nada les hacía sospechar que iban a pasar
un largo rato entre las estaciones de Chueca y Gran Vía cuando empezaron las
detenciones. Rápidamente, lo que parecía otra avería común y corriente en la
línea 5 pasó a ser algo más. A medida que los minutos pasaban, los viajeros se
ponían más nerviosos por causa de la falta de espacio y del calor.
Este malfuncionamiento
produjo el corte del servicio en la línea en ambos sentidos durante horas. Por
si la situación de agobio no fuese suficiente, el suministro de luz se cortaba
por momentos en el convoy. Todas estas circunstancias empeoraron la condición
de los viajeros del tren, que iba congestionado a esa hora. Como ya se ha
mencionado, la megafonía del tren no anunció lo que pasaba en ningún momento,
para colmo de males.
Si bien – por experiencia
propia lo afirmo – las averías en la línea 5 son recurrentes, es extremadamente
raro que no se anuncie algún tipo de información a los viajeros. Después de
todo, resulta muy incómodo e incluso angustiante no saber lo que sucede cuando
el metro se para de improviso. Ayer por la mañana, el convoy avanzaba por
momentos muy lentamente pero al encontrarse en una cuesta llegaba incluso a
retroceder. Esto también contribuyó al malestar de los viajeros junto a los
demás factores ya citados.
Finalmente, al cabo de
una hora y media el tren avanzó lo suficiente como para llegar a la siguiente
estación. Sin embargo, los minutos que transcurrieron los viajeros no los
olvidarán con facilidad. Resulta muy sorprendente que algo así haya sucedido en
el metro de Madrid, uno de los mejores a nivel mundial. A pesar de que las
averías no son nada raras en ninguna red de metro, hay que reconocer que la
gestión de Metro de Madrid antes esta situación no ha sido la mejor.
En primer lugar, es
preciso recibir alguna notificación sobre la avería por medio de la megafonía
del metro. Esto habría minimizado en gran medida la distensión que los viajeros
sufrieron. En segundo lugar, no es aceptable que los pasajeros permanezcan
tanto tiempo dentro de un tren en tales condiciones. Deberían preparar
protocolos de respuesta más efectivos para este tipo de situaciones.
Tal vez deberían considerar
remolcar el tren con otro convoy para solucionar el problema de forma más
rápida. Otra opción podría haber sido dejar al tren volver a la estación
anterior aprovechando la pendiente en la que se encontraba. En cualquier caso,
esperemos que este tipo de situaciones no se vuelvan a repetir en mucho tiempo.
César P.
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