31 de octubre de 2013

Greenpeace pierde una batalla contra el almacén nuclear en Cuenca

Cuando se habla del tema de las nucleares hay una regla de oro que prima casi sobre cualquier otro argumento existente y es: nadie quiere tener un almacén nuclear cerca de su casa. Las personas son muy reacias a tener contenido radiactivo en las inmediaciones de sus viviendas, ciudades, etc. Después de los desastres nucleares que hemos visto en la televisión hace no mucho tiempo (Fukushima, Japón) no es de extrañar pero ¿es razonable actuar así?

Bueno, por un lado, he de decir que muchas personas reaccionan así por miedo, miedo ante algo que no conocen muy bien. La radiación no es ninguna extraña en nuestras vidas diarias, pues estamos siendo bombardeados constantemente por teléfonos móviles, el sol, etc. Hay fuentes naturales y no naturales de radiación que se encuentran en nuestro día a día. Y poco podemos hacer al respecto para escapar de esta radiación.

¿Por qué las centrales nucleares y los almacenes de contenido radiactivo levantan tantas ampollas en la población entonces? Por un lado, no creo que haya gran parte de la población que se inmute sobre estos asuntos. El Barça – Madrid levanta más interés que muchos problemas de la vida. Pero no se puede negar que hay personas que sí se preocupan por estos asuntos. Ahora bien, cabe dividir este colectivo al menos en dos subconjuntos.

En primer lugar están aquellos que saben de qué va el tema y tienen motivo para estar preocupados por una metida de pata del Gobierno de España en cuanto al tema de las nucleares. Por otra parte, tenemos a los que han sido reclutados por la demagogia, anuncios llamativos, frases que comunican verdades a medias, cifras alarmantes que no siempre reflejan toda la verdad, etc.

Es decir, como en muchas cosas de la vida, tenemos a los pastores y las ovejas. Greenpeace hace en España lo mismo que en muchos otros lugares: hacer jaleo para que salgan a relucir problemas medioambientales que de otra forma quedarían fuera del campo visual de la población. Sin embargo, creo que en España hay problemas más graves que dónde colocar o dejar de colocar un almacén de residuos nucleares. Y en ellos debería de centrarse Greenpeace.

Sin embargo, no se puede negar la acogida mediática que las nucleares tienen sobre, digamos, la pérdida del nicho del lince ibérico. Porque claro, LO NUCLEAR ES MALO y debe hacerse algo. O eso parece pensar muchas personas. Y considero que poco más se piensa al respecto o se sabe de este tema.

Con toda sinceridad, incluso dentro de los círculos en los que se conoce sobre las centrales nucleares y sus riesgos hay discrepancia. Siempre hay detractores de las nucleares y defensores. Si bien la segunda categoría se ha visto menoscabada por los subsecuentes golpes mediáticos que algunas catástrofes han tenido.

A pesar de ello, una central nuclear es como un avión: casi nunca falla. Pero cuando falla, menuda catástrofe, ¿no? Si las cosas se hiciesen bien no habría fallos, si las personas no robasen no habría catástrofes nucleares que arrasan una provincia (Fukushima), etc.

España no tiene gran número de centrales nucleares y está lejos de servirse en gran medida de esta energía, como lo viene haciendo Francia desde hace tiempo. Ahora, ¿si a Francia le va tan bien con ello por qué España no puede hacer lo mismo? Hay varios motivos pero el principal obstáculo es que en España a nadie le interesa y se ha demonizado indebidamente a las energías nucleares.

Para finalizar, he de asegurar a aquellas personas que se preocupan sobre Villar de Cañas (Cuenca) que un almacén de residuos nucleares no va a matar a nadie que no entre allí y se tire en la piscina de agua radiactiva y nade muchos largos en ella. Estos almacenes contienen material que ya no tiene potencial de generar energía con los métodos actuales y aún si lo tuviera sin la maquinaria adecuada es inútil: residual.

Si las cosas se hacen bien no hay nada de qué preocuparse sobre dicho almacén. Será un sitio en el que se guarden los residuos durante un tiempo y a otra cosa. España está lejos de ser ninguna potencia nuclear y por ello carece de los beneficios que ello supone, como alquilar almacenes, vender energía, etc.


Creo que Greenpeace debería dejar de montar follón solo porque puede y preocuparse de otros asuntos (el lince). Pero claro, salvar a un lince no da tantos acreedores, ¿no? 

César P.

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