Cuando se habla del tema
de las nucleares hay una regla de oro que prima casi sobre cualquier otro
argumento existente y es: nadie quiere tener un almacén nuclear cerca de su
casa. Las personas son muy reacias a tener contenido radiactivo en las
inmediaciones de sus viviendas, ciudades, etc. Después de los desastres
nucleares que hemos visto en la televisión hace no mucho tiempo (Fukushima,
Japón) no es de extrañar pero ¿es razonable actuar así?
Bueno, por un lado, he de
decir que muchas personas reaccionan así por miedo, miedo ante algo que no
conocen muy bien. La radiación no es ninguna extraña en nuestras vidas diarias,
pues estamos siendo bombardeados constantemente por teléfonos móviles, el sol,
etc. Hay fuentes naturales y no naturales de radiación que se encuentran en
nuestro día a día. Y poco podemos hacer al respecto para escapar de esta
radiación.
¿Por qué las centrales
nucleares y los almacenes de contenido radiactivo levantan tantas ampollas en
la población entonces? Por un lado, no creo que haya gran parte de la población que se inmute sobre estos asuntos. El
Barça – Madrid levanta más interés que muchos problemas de la vida. Pero no se
puede negar que hay personas que sí se preocupan por estos asuntos. Ahora bien,
cabe dividir este colectivo al menos en dos subconjuntos.
En primer lugar están
aquellos que saben de qué va el tema y tienen motivo para estar preocupados por
una metida de pata del Gobierno de España en cuanto al tema de las nucleares.
Por otra parte, tenemos a los que han sido reclutados por la demagogia,
anuncios llamativos, frases que comunican verdades a medias, cifras alarmantes
que no siempre reflejan toda la verdad, etc.
Es decir, como en muchas
cosas de la vida, tenemos a los pastores y las ovejas. Greenpeace hace en
España lo mismo que en muchos otros lugares: hacer jaleo para que salgan a
relucir problemas medioambientales que de otra forma quedarían fuera del campo
visual de la población. Sin embargo, creo que en España hay problemas más
graves que dónde colocar o dejar de colocar un almacén de residuos nucleares. Y
en ellos debería de centrarse Greenpeace.
Sin embargo, no se puede
negar la acogida mediática que las nucleares tienen sobre, digamos, la pérdida
del nicho del lince ibérico. Porque claro, LO NUCLEAR ES MALO y debe hacerse
algo. O eso parece pensar muchas personas. Y considero que poco más se piensa
al respecto o se sabe de este tema.
Con toda sinceridad,
incluso dentro de los círculos en los que se conoce sobre las centrales
nucleares y sus riesgos hay discrepancia. Siempre hay detractores de las
nucleares y defensores. Si bien la segunda categoría se ha visto menoscabada
por los subsecuentes golpes mediáticos que algunas catástrofes han tenido.
A pesar de ello, una
central nuclear es como un avión: casi nunca falla. Pero cuando falla, menuda
catástrofe, ¿no? Si las cosas se hiciesen bien no habría fallos, si las
personas no robasen no habría catástrofes nucleares que arrasan una provincia
(Fukushima), etc.
España no tiene gran
número de centrales nucleares y está lejos de servirse en gran medida de esta
energía, como lo viene haciendo Francia desde hace tiempo. Ahora, ¿si a Francia
le va tan bien con ello por qué España no puede hacer lo mismo? Hay varios
motivos pero el principal obstáculo es que en España a nadie le interesa y se
ha demonizado indebidamente a las energías nucleares.
Para finalizar, he de
asegurar a aquellas personas que se preocupan sobre Villar de Cañas (Cuenca)
que un almacén de residuos nucleares no va a matar a nadie que no entre allí y
se tire en la piscina de agua radiactiva y nade muchos largos en ella. Estos
almacenes contienen material que ya no tiene potencial de generar energía con
los métodos actuales y aún si lo tuviera sin la maquinaria adecuada es inútil:
residual.
Si las cosas se hacen
bien no hay nada de qué preocuparse sobre dicho almacén. Será un sitio en el
que se guarden los residuos durante un tiempo y a otra cosa. España está lejos
de ser ninguna potencia nuclear y por ello carece de los beneficios que ello
supone, como alquilar almacenes, vender energía, etc.
Creo que Greenpeace
debería dejar de montar follón solo porque puede y preocuparse de otros asuntos
(el lince). Pero claro, salvar a un lince no da tantos acreedores, ¿no?
César P.
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