Este pasado fin de semana se ha llevado a cabo un operativo
especial contra el botellón en la capital española y ha dado como resultado más
de quinientas denuncias por consumir alcohol en la vía pública. Este
dispositivo ha tenido lugar en los distritos de Moncloa y de Centro solamente,
en el cual ha intervenido unos 200 agentes de la Policía Municipal.
Una vez más, el Ayuntamiento de Madrid intenta hacer algo
contra el arraigado hábito de consumir alcohol en la calle, siendo su objetivo
el de prevenir y erradicar el consumo de alcohol en la vía pública. Siendo
realistas, el consistorio madrileño se encuentra muy lejos de erradicar esta práctica aunque haya
hecho algo por combatirla en cierta medida.
Uno de los grandes problemas a los que se enfrenta la ciudad
de Madrid es el conflicto que existe entre aquellos que se divierten y quienes
descansan. El botellón perjudica algo más que el descanso de las personas que
tienen que trabajar: es la fuente de cuantioso gastos en limpieza de las
calles, motivo de servicios de urgencias recurrentes médicas, etc. El botellón
provoca grandes estropicios en las calles, que se deben reparar y limpiar.
Los gastos de reparación y limpieza corren por cuenta del
ayuntamiento, por lo que, a fin de cuentas, es un gasto que pagan todos los
ciudadanos con sus impuestos. Aquí tenemos uno de los problemas más graves de
esta práctica: pagan por los desperfectos los que beben y los que no. Además,
si tenemos en cuenta que la mayoría de los que hacen botellón son menores de
edad o jóvenes desempleados en realidad los gastos corren de cuenta de quienes
sí pagan impuestos en la sociedad.
Analizando de esta forma la situación salta a la vista por
qué el botellón debería controlarse en mayor medida. No basta con ilegalizar el
consumo de alcohol en la calle fuera de establecimientos que dispensan bebidas,
pues como vemos muchas personas hacen caso omiso a esto. Lo que se debe hacer
es educar a la ciudadanía en prácticas más cívicas.
Con respecto a los desperdicios que el botellón genera, hay
que crear consciencia del problema en los jóvenes para que – al menos - no tiren basura en la calle cuando salen a
divertirse. Recordemos que estos desperdicios hay que recogerlos y en ello se
va gran cantidad de dinero público. En vez de multar a quienes son denunciados
por consumo de alcohol en la vía pública, se debería castigar a estas personas
con servicios sociales como el de recogida de basura que el botellón genera.
Por otra parte, otro de los grandes problemas del botellón
son los ingresos en urgencias o la atención médica que necesitan quienes beben
en exceso. En una sociedad en la que el consumo de alcohol empieza, como media,
a los 13 años y en la cual está tan extendido el botellón es inevitable que
acontezcan ingresos en urgencias por intoxicación, coma etílico, etc.
Este un serio problema que, si bien no muchas veces termina
en fallecimiento, genera gran cantidad de gastos en servicios médicos que se
podrían destinar a otros fines. Este es uno de los mayores problemas generados
por el botellón y el desenfrenado consumo de alcohol que pregonan los jóvenes
(y no tan jóvenes) en España.
¿Qué está haciendo el ayuntamiento de Madrid para solucionar
este problema? Pues bien, hay campañas contra el botellón y el consumo de
alcohol pero creo que se debería ir un paso, o dos, más allá n este respecto.
Hay que llegar a los jóvenes antes de que tengan edad para consumir alcohol o
siquiera plantearse seriamente hacerlo.
Una de las metas debería ser acercar lo más posible la edad
legal para el consumo de alcohol con la edad práctica, que ahora mismo se diferencian
en más de cuatro años. Esta situación es de lo más preocupante, pues implica
que muchos menores de edad consumen alcohol, no solo en Madrid sino en todo el
país.
Ante esta realidad, me pregunto ¿de qué sirve entonces que
la edad legal de consumo de alcohol se haya establecido por ley en 18 años?
Creo que las autoridades deberían hacer más para combatir la situación actual,
pues es una gran fuente de problemas. Para empezar, el gasto público está
siendo engrosado por una situación evitable. Por otro, tener un comportamiento
tan negativo tan generalizado impide el buen funcionamiento de la sociedad de
muchas maneras.
Imaginemos tan solo lo que se podría hacer con todo el
dinero que se dedica al botellón, a reparar los desperfectos que genera y a
combatirlo. No digo que se deba acabar con el consumo de alcohol, pues en
realidad creo que cada uno debería ser (a partir de los 18) libre de consumirlo
cuando quiera pero con criterio. Muchas
personas no pueden controlar (en contra de lo que afirman) este consumo de
alcohol y necesitan ayuda. Esto también es una realidad a la que muchas
personas no hacen frente.
¿No se supone que los políticos velan por el bienestar del
país? Pues siguiendo esta línea llegamos a la inevitable conclusión de que
deben hacer más por solucionar el problema del botellón. Deben de contemplarse
todas las posibilidades para llegar a la mejor solución posible. En algunas
ciudades es legal consumir alcohol en la calle y lo que se consigue es que esta
práctica se realice solo en ciertos lugares mayoritariamente. Esto disminuye
los gastos en limpieza en cierta medida.
Si bien esto no sería una solución si serviría de medida
para reducir los gastos que el botellón supone a las arcas públicas y, por lo
tanto, al ciudadano que paga sus impuestos. ¿Por qué no se plantean esto los
políticos en vez de recortar en algo tan vital como la educación o en invertir
en los cada vez más utópicos juegos
olímpicos de Madrid?
César P.
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