Empezamos agosto y no hace demasiado calor, por ahora. Si
bien han saltado algunas alarmas por altas temperaturas en días recientes no ha
sido para tanto, al menos en Madrid. Es media tarde y la puerta de mi terraza está
abierta porque entra aire fresco. Esta situación no se daría en absoluto si
estuviésemos con altas temperaturas – para ser verano.
La temperatura más alta prevista para el día de hoy es de
unos 34 ºC, que no es de las más altas que se pueden presentar en esta ciudad.
Sé que en otras ciudades no son tan afortunados como aquí en cuanto a
temperaturas se refiere pero aún así creo que este verano no está pegando con
tanta fuerza como otros años.
Siempre es arriesgado hacer predicciones del tiempo, incluso
los que se dedican a ello fracasan con cierta frecuencia. A pesar de ello, voy
a atreverme a decir que lo que queda de verano – posiblemente – no sea tan duro
de soportar. En Madrid, en lo que va de verano solo hemos sufrido por ola de
calor unos pocos días. No es demasiado raro tener días cerca o sobre los 40 ºC
en esta ciudad pero este año es distinto.
No echo mucho de menos – y en esto me apoyará más de uno –
los días en los que al salir a la calleo abrir una ventana te golpea una ráfaga
de aire caliente que te hace cuestionar tu resistencia al calor seriamente.
Esos días en los que tras caminar unos pasos estás sudando inevitablemente y en
los que no tienes más remedio que cumplir las recomendaciones de los médicos
cuando te dicen que debes beber más de 1.5 L de agua al día. Qué remedio.
Ahora mismo estamos en la franja soportable de los escasos
treinta grados, lo cual es muy bueno dado lo adentrados que estamos en el
verano. Prácticamente, solo queda un mes y medio de esta estación y aún podemos
tener que aguantar alguna ola de calor más que decida venir por la Península.
Bien nos vendría una brisa de aire nórdico que refrescara el aire de España, en
su lugar.
Lo bueno de que no haga demasiado calor es que habrá menos
víctimas por golpes de calor o insolaciones. Esto es un gran mal que algunos
desafortunados sufren cada año y no es algo a tomar a la ligera. Cada verano en
España unas pocas decenas de personas debe recibir tratamiento para no ir al
otro barrio debido al calor excesivo. Unos pocos de ellos no logran sobrevivir.
Los grupos más vulnerables ante las subidas de temperatura
son los niños y los ancianos, como suele ser habitual. El problema no es solo
la falta de líquidos sino que un golpe de calor puede causar desmayo y esto
producir, a su vez, un accidente.
En una cafetería que suelo frecuentar, hace
un par de años, una vez estaba un hombre de avanzada edad en la puerta y de
pronto se desvaneció. Al caer al suelo el señor se golpeó la cabeza. Al final, fue
el traumatismo y no el golpe de calor lo que lo mató. Y esto a pesar de la
rápida intervención del SAMUR. Por todo esto, esperemos que no haga tanto calor
en lo que queda de verano.
César P.
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