Durante la época estival y justo después
de las fiestas navideñas es cuando a la mayoría nos entra la prisa por perder
esos kilos de más que hemos ganado. Es cuando nos damos cuenta de los excesos
cometidos y nos da casi vergüenza mirarnos en el espejo porque casi ninguna ropa
nos sienta bien. Y en este preciso momento es cuando decidimos ponernos a
dieta!!
Hacer dieta es un proceso que se
encuentra entre las experiencias más poco eficaces y más chocantes del ser
humano y no se me ocurre ninguna otra ocasión donde las personas se esclavicen
con tanta disciplina a privaciones durante días, semanas e inclusive meses con
el único fin de lograr cierto objetivo para acabar corroborando que dicho
objetivo empieza a volatizarse tan pronto como ha sido obtenido.
Somos muchos los que nos hemos
puesto a dieta y hemos comprobado que podíamos perder peso con esfuerzo y
sacrificio pero lo peor de todo es que estos kilos perdidos los hemos recuperado,
y algunos más, en un periodo de tiempo muy corto. Además nos hemos agotado física,
mental, emocional y espiritualmente porque hemos buscado un resultado
permanente que no hemos localizado jamás. Y este rastreo, frecuente e improductivo,
crea acopio de estrés y trastornos emocionales que tan bien conoceos los que
hemos hecho dieta.
Esto me lleva a preguntarme, ¿Por
qué no funcionan las dietas? Y la respuesta es bastante simple y coherente: En
que piensa uno cuando está haciendo dieta? Yo estaba pensando en lo que me iba
a comer cuando finalmente consiguiera acabar con esa dura prueba. Y este es el
problema, la privación no es la forma de lograr una pérdida de peso saludable y
permanente. Generalmente, es la causa de que después uno se atiborre, con lo
cual se complica el problema. Entre el privarse y el atiborrarse se establece
un círculo vicioso, que es precisamente uno de los muchos inconvenientes de las
dietas.
Otro de los problemas es que las
dietas son temporales por consiguiente, también los resultado son temporales. Y
otro problema añadido es que llevan implícito la disciplina forzada, algo que
muy pocas personas pueden aguantar con éxito cuanto se trata de comida.
Hay tantas dietas como personas siguiéndola
y el resultado al final siempre es el mismo: Se nos van unos cuantos euros en
los productos milagrosos, las consultas a especialistas o los consejos que
aparecen en alguna nueva publicación pero el peso si lo pierdes, también lo
recuperas antes que se recupere tu bolsillo.
Esto me lleva a sacar la conclusión
de que se trata de un negocio donde los únicos beneficiados son aquellos
inventores y mentores de la “dieta milagro” y de la frase: ESTA SERA LA ULTIMA
DIETA QUE HAGAS!!
Lady Blu
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