De la hiperpoblación de cámaras
de seguridad, de la transparencia, de los problemas de caza famosos y atrapa
presos, del envidriamiento de las conductas, de la elevación de la vida íntima
al espectáculo, de la vigilancia policial, del acoso de las masas, de la
impunidad de los servicios de inteligencia, de las libertades de los detectives
privados y la presión de los medios de comunicación, está surgiendo el
afianzamiento de la sociedad de control hasta ahora desconocido.
Como ciudadano me parece
surrealista todo lo que estoy viendo, es como si fuera un extracto de una nueva
distopia literaria, imaginada por un ser retorcido, como si Sade se hubiera
dedicado a la anticipación política. Pero lo peor de todo es que es real!
Y, sin embargo, todo es volver,
todo esto nos es conocido ya, seguimos retrocediendo históricamente hasta el eslabón
perdido: la denuncia impune entre ciudadanos en una técnica que ha sido siempre
utilizada, pero que tuvo su momento de esplendor, cuando la Santa (que de santa
tenía poco) Inquisición la utilizo como martillo de herejes y algunos pueblos
centroeuropeos como medio para eliminar las brujas.
También en otra época de brujas, más
reciente y norteamericana, tuvo bastante éxito. El fenómeno aprovecha el miedo
al otro, al desconocido, a quien se prefiere acusar por no saber si vendría de
él alguna acusación. Así alguien puede denunciar al que no cobra el IVA en los
servicios prestados, o el otro que adelanta en línea continua y se toma nota de
la matrícula.
Con estas prácticas se favorecen
las denuncias falaces y torticeras, con tal de encontrar el máximo número de culpables
reales; a esto se le llama tirar al bulto, o matar a perdigonazos, algo valido
en la caza menor pero no tanto, o eso habíamos creído hasta ahora los
ignorantes mortales, en un sistema judicial.
Y todo este control se realiza en
pro de los ciudadanos, para que se pueda aplicar la justicia a aquellos que la
eluden o que se castigue a los insolidarios. Cuidado con los vecinos envidiosos
que pueden ser los primeros que se apunten al carro de las denuncias y
controles.
Lady Blu
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