Desde Occidente sabemos muchas cosas sobre el mundo
islamista pero a menudo las ideas que tenemos sobre el mismo no son acertadas.
Existen muchos prejuicios y aún hoy en día gran ignorancia sobre Oriente. Por
ello, la información que nos llega de estos países debemos interpretarla en el
contexto adecuado.
Una de las grandes diferencias con los países de mayoría
islamista es el trato de la mujer, sus derechos y libertades. En Occidente, las
mujeres hace tiempo que consiguieron tener una igualdad ante la ley, si bien aún quedan muchos prejuicios y
prácticas cuestionables que superar para conseguir dicha igualdad.
En España, por no ir más lejos, una mujer aún gana por
término medio menos que un hombre, en igualdad de formación. Las mujeres aún
son víctimas de violencia de género mucho más que los hombres, las mujeres aún
son abusadas sexualmente y tienen miedo de transitar solas por las calles por
la noche. ¿Quién no tiene una amiga que
pide ser acompañada a su casa por la noche?
No vivimos una igualdad en Occidente. Debemos ser
conscientes de esto antes de juzgar las
desigualdades del mundo islamista. Sí, en aquellos países las mujeres no pueden
– en muchos casos – aspirar a la educación o a tener profesiones. ¿Es esto mucho más grave que qué sean
víctimas de violencia de género y mueran cientos de mujeres a manos de sus
parejas en España cada año? ¡Ah!
Las mujeres van cubiertas por el famoso velo o burka en las sociedades islamistas más
conservadoras. ¿Esto es mucho peor que
ganar menos que un hombre solo por ser mujer o tener alto riesgo de despido en
caso de quedarse embarazada? ¡Vaya, hombre! Y así podríamos seguir con
algunos ejemplos más pero creo que estos dos son los más importantes.
Obviamente, no establezco analogías. Solo señalo situaciones
que demuestran la desigualdad entre hombres y mujeres. Mucho se ha conseguido
en las últimas décadas en este aspecto pero no es necesariamente menos lo que
queda por hacer para alcanzar la tan aclamada igualdad.
Y todo empieza por la educación. Algo que adolece de grandes
carencias en España, ¿casualidad? No
existe tal cosa en este asunto, solo hay causa y efecto. En España nadie sale a
la calle – al menos no muy a menudo – a luchar por la igualdad de géneros. En
el Magreb y Medio Oriente, donde la desigualdad salta más a la vista, hay jóvenes
que luchan contra dicha situación a su manera.
Hay quienes protestan en las calles, hay quienes usan
internet para propagar sus ideas, todas acaban tarde o temprano en manos de las
autoridades de esos países. Este artículo va por aquellas que luchan por sus
derechos, que hacen que este mundo vea que vale la pena luchar por aquello en
lo que se cree. Desde aquí, ánimo.
César P.
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