Esta semana saltó a la palestra
que la nueva empresa encargada del catering del congreso fue seleccionada entre
otras cosas por sus precios en las bebidas alcohólicas ofrecidas.
No está mal que en según qué
lugares existan precios subvencionados, como puede ser el caso de las
cafeterías de las facultades, donde el café es algo más barato que en el
exterior. No sé en el resto, pero por lo menos en las universidades donde yo he
estado la bebida con más graduación servida eran la cerveza y el vino.
El escándalo en sí va mucho más
allá del hecho de que el precio de las bebidas sea irrisorio, aunque siendo
sinceros 3,50€ por un Gin-tonic o 1,50 por un chupito de Tequila es indignante.
Creo que sin duda lo peor de esta
noticia es que este tipo de tratamiento especial hace que nuestros políticos
estén totalmente alejados del panorama que vive el resto de la población, que
estén en su burbuja política, en la que surgen “brotes verdes” de la nada o en
la que hay que subir impuestos como solución para todo. Total, ellos van a seguir
sin tocar sus salarios desorbitados, mientras que para comer tienen menús
subvencionados y ahora además las bebidas.
Así se demuestra lo serio que se
toman todo nuestros políticos, cuando en el Congreso esta permitida la venta de
este tipo de graduaciones alcohólicas, siendo este un lugar de trabajo donde se
toman decisiones importantes que nos afectan a todos. Hasta el día de hoy, todavía
no había visto ni oído de lugares de trabajo donde estuviera permitido consumir
bebidas alcohólicas de alta graduación y mucho menos que las subvencionaran…
Quizá, como ya he visto comentado
en otros lugares, el hecho de que se sirvan estas bebidas explica la toma de
según qué decisiones. Pero bromas aparte, la cuestión es seria.
Reciben tratamiento especial
aquellos con un salario muy superior a la media, que no necesitan ningún tipo
de ayuda ni privilegio a mayores, consiguiendo que nuestros políticos vivan “en
los mundos de yuppy”, de donde no quieren salir y donde, lo peor de todo, están
totalmente separados del sentir general, desconectados emocionalmente de lo que
el resto de la ciudadanía está viviendo en esta situación económica. Quizá ahora
podemos entender mejor la respuesta del expresidente del Gobierno José Luis
Rodríguez Zapatero cuando se le preguntó por el precio de un café.
Nuestra clase política
necesitaría una dosis de realidad, teniendo que pagar los precios que se ven a
diario por la calle y que dejen las subvenciones para aquellos que realmente lo
necesitan.
Menos Gin-Tonic y más movilizarse
por conseguir sacar adelante reformas que realmente consigan sacar al país del
pozo.
-Wormy-
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