El pasado mes de Febrero con la
reforma laboral apareció un nuevo tipo de contrato que no existía hasta el
momento: El contrato fijo de emprendedores. Según las fuentes del Ministerio de
Empleo este tipo de contratación está siendo todo un éxito porque mes a mes han
ido creciendo el número de empresas que se han acogido a esta modalidad para
aumentar la plantilla de trabajadores.
Según los últimos datos que hemos
conocido desde que se aprobó la reforma laboral hasta finales de mayo se habían
firmado más de 100.000 contratos de este tipo. Podemos establecer una media de
unos 7.000 contratos fijos de emprendedores cada mes, cifra que no significa un
éxito rotundo como afirma la ministra de Empleo Fátima Bañez ya que podemos
considerar que viene a suponer un 7 por
ciento del total de contratos fijos que se registran cada mes en las oficinas
del INEM. Y si comparamos la cantidad de este tipo de contratos con el total de
contrataciones su incidencia es prácticamente nula.
Las bonificaciones ofrecidas a
las empresas que contraten trabajadores a través de este modelo son
significativas llegando a los 3.000 euros anuales por cada trabajador
contratado por la empresa siendo menor de 30 años. Otra característica es que
va destinado a empresas que cuentan con menos de 50 trabajadores en su
plantilla y se pueden favorecer de deducciones fiscales y rebajas en la cotización
a la Seguridad Social.
A pesar de todas las ayudas e
incentivos no parece que este contrato fijo de emprendedor haya sido la solución
a las tasas de paro vergonzosas que tenemos en España. Tampoco ha servido como
reclamo la parte más controvertida del mismo: el despido durante el periodo de
prueba de un año de duración y donde el trabajador puede ser despedido sin
derecho a cobrar ningún tipo de indemnización. Este punto es el más problemático
de todos y ha sido recurrido ante el Tribunal Constitucional aunque hasta la
fecha no hemos conocido ningún tipo de resolución al respecto.
Así que podemos afirmar
rotundamente que solo ha servido para beneficiar a aquellas empresas que querían
aprovechar el tirón de las ayudas, no ha servido para paliar las cifras
indecentes de paro y los grandes perjudicados, como siempre, siguen siendo los más
desfavorecidos: los trabajadores jóvenes que venden su alma al diablo por un
contrato y aquellos mayores de 45 años que están aburridos de presentarse a
todas las ofertas que aparecen por cualquier medio.
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