Hace algún tiempo asistíamos estupefactos a las revelaciones de WikiLeaks sobre los secretos mejor guardados de muchos
gobiernos. Las filtraciones de documentos clasificados de Estados Unidos por
parte de Julian Assange despertó el interés masivo de la población de medio
mundo donde nadie podría creer la facilidad con la que se pueden localizar,
analizar, robar y difundir información comprometedora para Estados Unidos y
otros muchos gobiernos.
Ahora este tema vuelve a ser
actualidad por dos motivos, primero porque se celebra el juicio contra Manning
que está acusado de proveer más de 700.000 archivos secretos a WikiLeaks para
su publicación y por otra parte, porque coincide con una filtración de información
por parte de Edward Snowden sobre las operaciones de vigilancia llevadas a cabo
por el Gobierno norteamericano a ciudadanos no sospechosos de cometer ningún delito.
En primera página de muchos
diarios aparecen las recientes declaraciones de Greg Smith, antiguo empleado de
Goldman Sachs, que ha puesto sobre la mesa la forma de trabajar de esta entidad
de crédito habiéndose aprovechado claramente de la debilidad de algunas economías
para sacar provecho. Una forma de hacer negocios que no parece ser ilegal pero
que podemos tachar de muy poco ética.
Y como no teníamos bastante con
toda esta ensalada de filtraciones, aquí en España comprobamos lo fácil que
puede ser conseguir grabar las declaraciones judiciales de los políticos y
empresarios que hicieron en la Audiencia Nacional. Es sorprendente la manera
que tienen algunos imputados en el caso Barcenas de defender lo indefendible, a
justificar el cobro de cantidades bajo manga o a realizar dudosas donaciones al
partido que gobierna España para, presuntamente, favorecerse de unas
condiciones especiales.
Pero dejemos a un lado la cuestión
simple y llana de las declaraciones y sus contenidos, que otro día trataremos
con detalles y vamos a centrarnos en el tema de este artículo. Algunos tachan
de prácticas inmorales el dar a conocer este tipo de noticias, otros van más allá,
y quieren incluso que, por ley, se prohíba y se sancione la emisión de este
tipo de informaciones y la mayoría de los ciudadanos clama por conocer la
verdad alabando el trabajo que realizan los periodistas. Si lo pensamos en
frio, en realidad conocer los detalles de los casos polémicos (caso Barcenas,
caso Urdangarin, caso Matas..etc) sólo perjudica a los presuntamente implicados
en ellos. La imagen que la ciudadanía tiene o tenia de sus gobernantes se viene
abajo al conocer cómo se movían, cómo se aprovechaban de la situación o cómo
fueron esquilmando las arcas públicas.
Me gustaría saber si la divulgación
de estas informaciones puede perjudicar
a otros que no sean los implicados?, si es bueno para la población conocer este
tipo de conductas? o si por el contrario puede provocar que muchos imiten a los
grandes estafadores??
Lady Blu
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