Todo estamos al tanto de que la RAE propone o lleva a cabo
modificaciones en las reglas de escritura siguiendo diversos criterios que los
entendidos en el tema consideran oportunos. En teoría, una vez decididos estos cambios
deben llevarse a la práctica, pero esto solo en teoría.
Como bien sabemos, no todo el mundo recibe con el mismo
agrado estas reformas en la gramática. Según un seguimiento reciente a las
normas de Ortografía de la RAE la acogida de algunas normas ha sido, como poco,
desigual.
Dos años después de la publicación que indica la ausencia de
tilde, aún vemos sólo y éste en muchos lugares. Todo esto a pesar de lo que
recomienda la academia de letras. Las normativas propuestas, en caso de no aplicarse constituyen
una falta de ortografía pero hay otras normas que son, más bien, consejos. Por
lo tanto, uno puede decidir entre seguir dichos consejos o no hacerlo.
Las
normativas de acentuar mayúsculas, signos de puntuación, etc, sí se vienen
aplicando de forma generalizada. Esto lo podemos comprobar en la publicidad,
anuncios y en la prensa.
Otra historia bien distinta encontramos al hacer un
seguimiento a la acogida de los denominados consejos. Entre ellos, se
recomendaba suprimir la tilde diacrítica en el adverbio solo o en los pronombres demostrativos, como este.
Lo que encontramos a día de hoy es que hay autores que lo
siguen y otros no. Además, hay quienes promulgan continuar con la costumbre de
poner el acento en dichas palabras. Cabe destacar que quienes hacen caso omiso
a estas recomendaciones no cometen ninguna falta a las reglas. Estas
recomendaciones se presentaron al público con un razonamiento que pretendía
demostrar por qué las palabras citadas no debían acentuarse.
Lo que sucede es simple y llano, pues al no tratarse de
ciencias exactas hay lugar a opiniones diversas e incluso opuestas
concernientes a una situación en particular. Y este es precisamente el caso. La
mayoría de la gente parece tener demasiado apego por la tilde en estas palabras
como para dejar de colocarla.
Incontables veces he oído a personas mayores hablar sobre
cómo se escribe tal o cual palabra e incluso acabar en una especie de discusión
sobre cómo se dice esto o aquello. A veces uno usa la forma correcta, otras
veces ninguno, etc.
Lo que sucede es que si alguien aprende algo en la escuela
o instituto (concerniente a escribir, sobre todo) lo lleva consigo para toda la
vida. Y modificar algo tan arraigado es difícil para cualquiera. Por ello, no
es de extrañar que algunas reorientaciones en el uso del idioma propuestas por
la RAE caigan casi en saco roto.
La inercia de la tradición y la costumbre en ocasiones pude
más que la academia de la lengua. Además, no recordemos quien establece las
normas del juego en un principio: la población hispanohablante a nivel mundial.
El trabajo de la RAE es recopilar y poner orden en el caos que surge de
extrapolar el dicho en mi casa se dice
así a todos los ámbitos de la vida. No es tarea sencilla, en absoluto. Por
ello, todos debemos tener en alta estima los esfuerzos de la academia. Incluso
cuando las masas no salgan a la calle para dar la bienvenida a las últimas
sugerencias sobre acentuación de sólo y éste.
El intento de reorientar el uso de las tildes no ha
triunfado de forma categórica, por no decir que apenas ha tenido seguimiento en
lo que a palabras como sólo y éste se trata. Debemos recordar que las
costumbres tienen gran influencia a la hora de dictar cómo se escriben algunas
palabras. Quienes hayan aprendido a acentuarlas de una forma u otra no van a
dar su brazo a torcer a la primera de cambio incluso si una nueva norma así lo
determina.
Actualmente, la RAE
se encuentra ultimando los detalles finales de su próximo Diccionario de
la Lengua Española, previsto para estar disponible en 2014. Ajustándose a las
nuevas tendencias, este diccionario albergará términos tomados del inglés como tuitero y tuitear, entre otros, tan de moda a día de hoy.
Los anglicismos y otros préstamos han cobrado auge en boca
de todos los hispanohablantes debido al gran uso de las redes sociales pero la
academia de la lengua manifiesta que no ha sido mayor acogida que la que ya se
observaba en aspectos científicos desde hace años.
Personalmente, considero que la acogida de las normas de
acentuación de mayúsculas es uno de los logros más loables de la RAE en los
últimos años. Empezaba a estar harto
de tanta tilde ausente solo porque se escribía en mayúsculas… Por otra parte,
no considero que la falta de seguimiento en algunas recomendaciones sea un
fracaso. Solo es una muestra de la arraigada tendencia de los hispanohablantes
a mantener estas palabras tal y como están.
Por último, considero de lo más positivo que se recojan
préstamos para aumentar el vocabulario relativo a nuevas tecnologías, redes
sociales, etc. Pero, también lo veo un arma de doble filo pues al actuar de
esta forma algunas personas pueden olvidar por completo la forma correcta de
escribir dichas palabras en sus idiomas originales (tuiter -> twitter, right?).
El uso frecuenta de estas palabras nos brinda una ocasión
para resaltar la importancia del aprendizaje de otros idiomas y la
ocasión para aprender a escribir correctamente en dichas lenguas. Considero que
la RAE debería sugerir que se dominen ambos vocablos en casos como éstos, el
préstamo y la palabra original, pues el esfuerzo me parece nimio en comparación
a la ganancia.
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