Muchos de nosotros recordaremos la película de los noventa La Red, protagonizada por una de las
actrices en auge en aquellos años, la inconfundible Sandra Bullock, en el papel
de Angela Bennett. Estrenada en 1995, esta película era una de las habituales
los fines de semana en la televisión.
Para aquellos que no la hayan visto, Sandra Bullock hacia el papel de una programadora de ordenadores
que acaba siendo el objetivo de una conspiración que involucra a un grupo de
ciberterroristas: los pretorianos.
Estos hackers no tenían nada mejor
que hacer en sus ratos libres que piratear y poner de cabeza los sistemas
informáticos de los institutos públicos. No lo hacían por amor al arte.
Su objetivo era vender al gobierno estadounidense un
software que presentaban como la cura a esos ataques. Obviamente, no le dijeron
a dicho Gobierno que ellos eran los hackers detrás de estos ciberataques. Su
antivirus se llamaba Gatekeeper
(protector de la puerta). Sin embargo, además de tener mucha pasta fácil tras
vender el software éste iba equipado con un troyano.
Es decir, la cura tenía un virus en su interior, la llamada
puerta pi, que les permitiría a estos hackers entrar en cualquier sistema y
robar información, es decir, ganar aún más dinero. Esta era la trama de la
película, que nos garantizaba pasar un rato entretenido viendo como Bullock
escapaba de todos sus enemigos usando sus conocimientos informáticos de rato en
rato.
Han pasado escasos 18 años desde el estreno de esa película
y actualmente conocemos una realidad completamente distinta. Tengamos en cuenta
de que en los noventa surgió el boom de
internet y de los ordenadores personales, inventados unos pocos años antes.
Ahora, en cambio, vivimos rodeados de toda esta tecnología con casi 20 años de
avance. ¡Pero son menos de 2 décadas!
Es una locura. Pensad en lo prehistórico que nos parece
guardar información en un disquete, en usar vinilos, en no tener discos duros
de gigas de capacidad, etc… La realidad que vemos en la película La Red es
completamente distinta a la que conocemos hoy en día y, solo por eso, la
película ha quedado desfasada en cuanto al ámbito tecnológico.
En el presente, no concebimos muchos aparatos sin pantallas
táctiles, conexión inalámbrica a internet, 3G, LCD, megapíxeles de resolución
en cámara, etc. Todo esto no era sino proyectos en algún despacho en algún
sitio del mundo en los noventa. O menos que eso. Puede que ni se hubiese
pensado en los smartphones por aquel
entonces.
En este contexto, rodeada de un mundo analógico Sandra
Bullock bajo la ideantidad de Angela Bennett perdió su identidad, pues las
bases de datos de los hospitales o policías fueron borradas por los
pretorianos. Perdió su dinero y tarjetas de crédito gracias a los clics en
algún ordenador de algún hacker.
En esta película se demostró lo que un ataque informático
podía llegar a hacer, pues una terminal de aeropuerto llegó a quedar
inoperativa por acción de los hackers. En aquellos años EEUU estaba comenzando
a conocer toda esta tecnología y en España no se hablaba aún del tema. Hoy en
día, cuando salimos a dar un paseo vemos a muchas personas mirando hacia la
pantalla que sostienen en la mano. Está claro que el excesivo uso de los
smartphones puede causar alguna dolencia en el cuello.
En esta línea, aún hay defensores de lo analógico. Clint
Eastwood asegura ser de los que pasean con un libro bajo el brazo y miran
siempre hacia el frente por la calle. En contrapartida, millones de personas en
todo el mundo apenas conciben salir de casa con la batería de sus dispositivos
3G al 50% o menos.
César P.
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