La gran incógnita del mundo
empresarial sobre sí la economía europea estaría en condiciones de tirar de la
española ya se ha despejado. La posibilidad de una recuperación de nuestra economía
durante este año dependía en gran medida de lo bien que le fuera a Europa a lo
largo del año. Y según los últimos datos publicados la realidad está bastante más
lejos de lo que habíamos imaginado.
Todos contábamos con una rápida recuperación
en Europa para que tirara de las exportaciones españolas y hubiera podido
contribuir a reducir la presión sobre la deuda de nuestro país. Había confianza
en la buena racha que vivían algunos países miembros de la UE prosiguiera pero
ya hemos sabido que el segundo país más fuerte de la zona euro, Francia, también
ha entrado en recesión. Hasta ahora el único que se salva, y por los pelos, es
Alemania con una tímida recuperación del 0,1%.
Lo que parecía un escenario idílico
se ha oscurecido, y mucho, por una situación que afecta ya a la mayor parte de
los países. A pesar de que la mayoría de los economistas habían asegurado que sería
muy difícil recuperar el clima de estabilidad en Europa hasta que se
solucionaran los problemas en los países del sur europeo (Portugal, Grecia,
España, Italia) ninguno de los países con fuerza en la Unión ha querido
escuchar estas recomendaciones y han continuado apoyando las políticas contra
el déficit que marcó Alemania.
La situación crítica de España ha
servido para hacer más evidente algo que ya se sabía; que hay dos Europas y que
es imposible conseguir una convergencia entre los países más ricos y los países
más pobres. Así, los países del centro y
norte de Europa van creciendo convirtiéndose en la amenaza de los países periféricos
que siguen en recesión.
Mientras los países del Centro
europeo crecen empujados por sus ventas a países latinoamericanos o asiáticos y
por el aumento del consumo interno, los países del sur están cada vez más
endeudados, las tasas de desempleo alcanzando cotas históricas y, por ende, el
consumo interno en caídas espectaculares. Países como España no solo no están creciendo,
sino que es técnicamente imposible saber cuándo se puede abandonar la recesión económica
en la que estamos inmersos.
Muchos son los que se atreven a
afirmar que la zona euro corre grave peligro y que, en estos momentos, para
muchos países como España o Italia es más perjudicial estar dentro de la Unión
Europea que estar fuera.
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