Cuando me encuentro una de estas noticias de violencia de
género en algún lugar no puedo evitar pensar en qué clase de seres somos los humanos. Somos capaces,
por lo que vemos en los medios, de herir y hasta matar a nuestros seres
queridos de la forma más atroz, retorcida y salvaje.
No creo que haya casos así
en el resto del Reino Animal salvo aquellos en los que un macho mata a las
crías de una hembra para aparearse con ella y aumentar su descendencia.
Pero de asegurar la prole no se trata en los casos de
violencia de género. Además, aunque así fuera no habría justificación para
estos crímenes. Y no la hay. Los casos de violencia de género tienen muchos
niveles, empiezan con la dominación de uno de los individuos sobre el otro por
medio de la palabra y la coacción. Terminan como ya sabemos, en asesinato o
intento de ello.
Por lo general, es el hombre quien ejerce la violencia sobre
su pareja. Por lo general, también, dicha mujer es vulnerable, no tiene forma
de defenderse, está lo suficientemente asustada como para ni siquiera comunicar
su situación a otras personas o buscar ayuda.
La violencia de género, pues, se alimenta y nutre en el
miedo de la persona violentada. Por medio del miedo el agresor (o agresora) se
crece, obtiene vía libre para manifestar su ira y obtener lo que quiere. Lo
usual es que el agresor desee dominar a su pareja. La dominación puede tener
varios orígenes pero lo que es incuestionable es la gran cantidad de violencia
anterior a una situación de intento de homicidio.
Hoy, 20 de Abril de 2013, me he encontrado con la noticia de
una mujer angoleña treintañera encontrada muerta por apuñalamiento hoy mismo en
una vivienda del centro de Madrid. El supuesto autor del homicidio, si bien
identificado, no ha sido localizado todavía. Vemos, pues, el patrón habitual de
un crimen de este estilo: homicidio de la víctima y posterior huida del agresor.
Hay que mencionar que los agresores en casos de violencia de
género son personas realmente cobardes. Buscan ampararse en el miedo de la
víctima para llevar a cabo su tarea de dominación y abuso. En muchos casos la
víctima, sumida en el miedo, es incapaz de defenderse físicamente y el agresor
es consciente de ello.
Se encontró el cuerpo sin vida de la mujer angoleña en el
suelo con un corte profundo en el cuello y puñaladas en varias partes del
cuerpo. Encontramos en este hecho otro de los patrones de este tipo de
crímenes. El agresor , hecho una furia, procede a matar a su pareja de forma
violenta sin conformarse con ejecutarla sino que entra en una vorágine
destructiva y apuñala muchas veces a la persona que supuestamente ama.
Después de ello, cuando el agresor se cansa o termina su
macabra obra, algo lo trae devuelta a la realidad y éste se da cuenta de lo que
ha hecho. En ese momento el agresor es plenamente consciente de lo que acaba de
hacer y hay hasta 3 alternativas.
Algunos no lo soportan y se suicidan acto seguido. Otros no
pueden vivir con la culpa y se entregan.
Por otra parte, y posiblemente los más
peligrosos, sabiendo la gravedad de lo que han hecho huyen de las autoridades
pues son lo suficientemente cobardes como para no enfrentarse a algo que no puedan dominar, en este caso
las fuerzas policiales. Estos sujetos podrían cometer más actos similares con
otras inocentes víctimas si no se les apresa.
Por lo tanto, es imperativo que las autoridades encuentren y
encarcelen a estos criminales desalmados.
H.D.A., presunta mujer angoleña víctima de otro caso de
violencia de género, espero que ahora puedas descansar en paz, en un lugar en
el que tu agresor ya no te pueda hacer daño.
Recordemos que el silencio o la indiferencia benefician al
agresor.
César P.
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