Aún estábamos consternados por el atentado de la ciudad de
Boston cuando en las noticias se nos informaba sobre la explosión de una planta
de fertilizantes en el pueblo de West,
Texas. El aparente accidente en esta
instalación ha causado al menos 14 muertos y más de 200 heridos. Otro gran
golpe para la nación norteamericana en una semana llena de conmoción.
Además, hay otro motivo de agravio en la conmoción de los
habitantes del poblado de West. Hace 20 años tuvo lugar a tan solo unos kilómetros
de distancia la masacre de la secta de los davidianos, en Waco. Hay muchas
personas en este pueblo que recuerdan dicha tragedia.
La catástrofe de esta planta de fertilizantes no habría sido
tal si el equipo de bomberos encargado de apagar el incendio de la fábrica no
hubiesen sido los más afectados por la enorme deflagración que tuvo lugar en
las labores de extinción del fuego.
Tal fue la potencia de dicha explosión que los sismógrafos
registraron un pequeño temblor equivalente de magnitud 2,1 en la escala de
Richter. No es nada desdeñable considerando que se trata de una explosión que
no ha ocurrido por causas naturales. Lo que sí parece ser una certeza es que
todos los indicios apuntan a un desafortunado incidente.
Entre las víctimas, cuyas identidades no se han revelado a
día de hoy, se conoce oficialmente al capitán de bomberos Kenny Harris. No hay
ningún indicio que apunte a pensar en algo que no sea un accidente en la planta
de West Fertilizer.
Dichas instalaciones no habían pasado una inspección desde
2006 y se encargaban de almacenar nitrato de amonio, una sustancia altamente
explosiva al calentarse. Es desafortunado que por falta de inspección no se
haya podido determinar antes del accidente que la planta sufría problemas de
seguridad. Al encontrarse al lado de una zona residencial la explosión
de la planta ha dejado la urbanización reducidas a sus cimientos. Decenas de
casas se han visto afectadas, así como una guardería y un colegio de la zona.
Este accidente afecta en gran medida a todos los habitantes
del pequeño pueblo de West, de menos de 3 mil habitantes. Todos tienen a algún
familiar o conocido entre las víctimas o los heridos. Es más, a día de hoy aún
hay desaparecidos cuyos cuerpos no se han encontrado.
Para evitar saqueos y agilizar las labores de búsqueda de
víctimas se ha declarado West como zona catastrófica. Actualmente, se llevan a
cabo las tareas de búsqueda e investigación de este incidente a gran escala en
la fábrica.
Una consecuencia funesta de un accidente como éste en un
pueblo de pequeñas dimensiones es que se pueden ver más reporteros que
habitantes en las calles del mismo. Posiblemente hasta dentro de un par de
meses no se recobre la normalidad en West y los familiares puedan tener algo de
calma.
Tragedias de esta categoría nos indican la importancia de
mantener las inspecciones y revisiones en instalaciones que almacenan químicos
peligrosos. Un pequeño error, un incendio o cualquier problema en la contención
de estas sustancias puede llevar a una tragedia como ésta.
Más vale prevenir que lamentar.
César P.
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